Recuerdos del verano
Son las primeras horas del día. Mes de agosto. Salgo por la mañana temprano al jardín, cuando los primeros rayos de sol entran entre los castaños y los plátanos, que bordean la piscina, y poco a poco van iluminando al resto de las plantas del jardín.
Café con leche en la mano izquierda y la cámara de fotos en la derecha. Salgo en pijama, me gusta sentir el fresco de la mañana en el jardín. Me encanta ver a los pájaros saltar de rama en rama creyéndose invisibles.
Son minutos para reflexionar y admirar los colores intensos que en esos momentos se dejan ver.
Todas las mañanas fotografío alguna flor de la adelfa y de las plantas que se ponen a tiro. Cada mañana el rayo inicial del sol da en una parte distinta de la planta como queriendo indicar con ello las pautas del tiempo. Es el reloj solar que sin darnos cuenta nos va marcando la hora y los días.
Cada día aparece algún grado más al sur y así seguirá hasta que una mano invisible lo tome y le haga de nuevo intentar alcanzar su cenit como si de una pelota se tratase y en cada bote cuatro estaciones que pasan.
Hoy, lejos ya de aquel mes de agosto el sol está empezando un nuevo recorrido hacia la canasta del verano; los días comienzan a alargarse y antes de que nos demos cuenta volverá a caldearnos y entonces recordaremos los días fríos como el de hoy.
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