Cae la tarde. Vuelvo acalorado en la primera tarde de calor de este verano ya muy entrado. El sol comienza a acurrucarse tras las montañas y las sombras largas de los últimos rayos hacen que los arboles crezcan de manera inusitada en el suelo.
Hoy el paseo ha sido por el Cordel de los Navarros y solo he encontrado chinches cumpliendo su misión procreadora. Las hierbas crecían altas y las gramíneas estaban desprendiéndose de sus granos quedando sus cubiertas trasparentes a la luz del sol.
Se agradece que el amigo este escondiéndose.
Comienza a oscurecer y llego a una urbanización junto a mi casa.
Tienen unos rosales preciosos y aprovecho la calidez de la luz reflejada par a fotografiar algunas de las bonitas rosas que en las zonas verdes dan vida y color.
Múltiples flores viven en cada rosal, a cual más bella, y es difícil encarar la máquina de fotografiar y elegir unas en concreto.
Y las fotografiadas aquí están. Os las dejo, suaves como la luz plana que reflejaba el cielo, tranquilas. Creo que no hace falta escribir más.
¿Verdad que no hacía falta escribir más?
Sed felices.
Antonio
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