Roca y musgo
o musgo y roca; que más da. La base de granito, el bosque de roble, la altura
y la temperatura permiten que el bosque se tiña de verde. De un verde que
contrasta con las ocres hojas de los robles que pueblan estos
montes escurialenses.
Ambos son afines, se necesitan el uno al otro para
convivir. El granito le da sustento y soporte al musgo y este embellece la
roca, como si de una maravillosa peluca se tratase.
Inmensas
bolas de granito que afloran allí donde la naturaleza le dio más fuerza que a
sus hermanas, que con el tiempo se convirtieron en arenas, que iluminan el
paisaje con grotescos castillos pétreos que te empequeñecen. Pintadas de
colores grises y pequeños cristales, los granitoides gigantes crecen ante
nosotros, superan a los robles jóvenes y nos ponen en el lugar que nos
corresponde por estatura y por edad.
Los musgos,
como alfombras persas teñidas de verde, repiten cada año su llegada temporal
del otoño. Los fríos, las primeras nevadas y heladas que enfrían las rocas,
preparan el camino para que estos reaparezcan con fuerza. Ha pasado la época
del calor donde los musgos se han reducido a pequeñas muestras en la roca,
secos, desolados; es el momento de resurgir triunfantes y los fríos y la
humedad de este otoño han contribuido a ello.
Vuelve el
invierno, se está acercando a pasos agigantados.
Os dejo con
unas pocas fotos; el día no era muy bueno, las luces mezcladas con las nieblas y las nubes no dejaban salir a un sol tibio, sin fuerza; de todas maneras ahi estan, espero que os gusten.
Buen día a todos.
Sed felices.
Antonio
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