El poeta que nos ocupa hoy nació en Barbastro, provincia de Huesca, en el año de mil quinientos cincuenta y nueve. Realizó sus estudios en Hueca y Zaragoza y terminados estos paso a vivir a Madrid donde el duque de Villahermosa lo contrató como secretario.
Posteriormente la emperatriz María de Austria lo tuvo a su servicio y fue nombrado por el rey cronista de la Corona de Aragón.
Con el conde de Lemos se trasladó a Italia donde murió en el año de mil seis cientos trece.
En Madrid perteneció a la Academia Poética Imitadora, bajo el seudónimo de Bárbaro, y en Italia, a instancias del virrey, fundo la Academia de los Ociosos.
Según todos sus críticos, Lupercio Leonardo de Argensola es uno de los mejores escritores poéticos españoles de todos los tiempos, maestro en serenidad y en comprensión. Algunos de sus sonetos, como el que vamos a leer hoy aquí, están considerados verdaderas joyas de la literatura española.
Fue de alguna forma cabeza o jefe de la llamada escuela aragonesa, escuela que defendió la poesía de gusto español y tradicional contra el culteranismo y el conceptismo. Escribió sátiras, sonetos, canciones, tercetos y epístolas.
Su poesía amorosa siempre esta dentro de unos cánones puros, quizás platónicos, suaves y calidos.
Sus sátiras iban destinadas en general, sin personificar nunca.
También escribió obras de teatro, de las cuales Cervantes habla en el Quijote.
Os dejo con un soneto titulado Al sueño que es una de las joyas de la literatura española.
AL SUEÑO
Imagen espantosa de la muerte,
sueño cruel, no turbes mas mi pecho,
mostrándome cortado el nudo estrecho,
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