Me pregunto el por que de las distintas sensaciones que el ser humano experimenta con las puestas de sol.
Hoy, volviendo a casa, en lo alto de una
altiplanicie, he parado el coche para presenciar otro de esos espectáculos que
la Naturaleza nos ofrece a través del astro rey.
El Sistema Central, mas o menos por el puerto del Pico,
cobijaba y daba cama a un sol ya cansado de iluminarnos. Hacia la puesta un
contraste de colores oscuros y claros y contra esa dirección unas tenues nubes
de gas, de suaves y pálidos colores como si con ellas no fuese el evento.
Y allí plantado, con un aire norteño, frio, que
llegaba a rachas que te hacían oscilar, contemplaba el cielo y me contemplaba a mi mismo
experimentando extrañas sensaciones de belleza que querían hacerme gritar: ¡sol
detente!
Pero, claro está que yo no era Josué, el sol siguió
su camino perdiéndose en un horizonte cada vez mas oscuro ya la vez menos
brillante.
Y pensé, y sigo pensando ahora miso, que por lo
que quizá atraiga a los hombre la puesta de sol, no es ni mas ni menos porque
vemos en ella un ejemplo de muerte que sucede a diario y que seguramente nos
recuerda que tarde o temprano nos toca a nosotros acostarnos igual que él, pero
sabiendo que no habrá un nuevo amanecer terrenal.
Y en esos pensamientos, en medio de esa belleza que
solo se siente cuando se observa una puesta de sol, me doy cuenta que añoro,
que quiero, que siento, que recuerdo, que deseo y que en muchos de esos casos
tengo que mantener una sonrisa ante el mundo al no poderlos alcanzar.
Borro deseos y esperanzas y me dedico a la contemplación
del ambiente que me rodea. Las hierbas secas del verano pasado, son mecidas por
el viento que, vengativo, es capaz de tumbarlas y hacerlas correr por los
prados. Allá al fondo, las nieves de la montaña ya no reciben la luz del sol.
Se han dormido antes de que el sol se acueste. Una manta blanca y gris las
calienta en el principio de la noche.
Imágenes, sentimientos y recuerdos vuelven a
entremezclarse en una lucha entre lo contemplado y lo deseado. Y nubes, recuerdos y luces que me ciegan se entrecruzan en pensamientos como si fueran autos de choque.
Pero ¡Ja! ¡Que os estoy contando! ¿A quién le
importa mis sentimientos, sean por una puesta de sol o por una mujer o un hombre?
Ahora, ante la pantalla tonta, cierro los ojos y ese
ocaso, y te recuerdo a ti, y a ti, y a
ti también. En realidad os recuerdo a todos porque formáis parte de ese mundo
que vive a mi alrededor y con el cual puedo hablar, comunicarme, sentir; si,
sobre todo sentir. Siento estando contigo y contigo también, mientras el sol va
sucumbiendo un día mas.
Sed felices
Libreto de poeta, muerto en inmundicia y vanalidad dispuesta por el hombre moderno, que acepta la propuesta de contemplar la belleza en ocaso naranja de la tarde.
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