Nuestro poeta nació en Génova o en Sevilla, a ciencia cierta no se sabe y se cree que el año de nacimiento fue mil trescientos cincuenta.
De Micer Francisco Imperial no se tienen datos de su infancia, pero sabemos que era hijo de un joyero genovés que se estableció en Sevilla. Lo que sí es cierto, es que debió darle un gran educación a su hijo que llego a ser un gran hombre de la corte, de ahí el nombre de Micer. Micer es una palabra que en Aragón se daba a los juristas, y por extensión en el resto de la península debió darse a los grandes hombres.
Llego a ostentar el cargo de vicealmirante de Castilla y abandono la Corte por desavenencias con Enrique III.
Francisco Imperial, era un gran conocedor de la poesía italiana, un gran admirador de Dante Alighieri, su gran imitador, y creo la base de la poesía del cuatrocientos que seguirían literatos de la talla de Iñigo López de Mendoza.
Su obra esta conservada en el Cancionero de Baena y en ella aparece el Desyr a las syete virtudes, formada por sesenta coplas, formadas por versos dodecasílabos.
De esta obra os he elegido cuatro estrofas que espero os gusten.
Murió nuestro poeta hacia el año mil cuatrocientos nueve.
DESYR A LAS SYETE VIRTUDES (fragmento)
Oh sumo Apolo, a ti me encomiendo:
ayúdame con suma sapiencia;
que en este sueño que escrevir atiendo
del ver non sea al desyr diferencia.
Entra en mi pecho, expírame tu çiençia,
como en los pechos de Febo espiraste,
quando a Marsías sus miembros sacastes
de la su vayna por la tu excelencia.
Oh suma luz, que tanto te alçaste
del concepto mortal, a mi memoria
rrepresta un poco lo que me mostraste,
a faz mi lengua tanto meritoria,
que una çentella solde la tu gloria
pueda mostrar al pueblo (ora) presente:
quiça después alguno grant prudente
la encenderá en mas alta estoria.
Ca assy commo de poco sçentella
algunas veses segundo gran fuego,
quiça segunde d’este sueño estrella,
que lusirá en Castiella con mi ruego.
Alguno lo terná luego a grant juego
que lo provechará, sy bien lo mira:
por end, Señor, en mis pechos espira,
ca lo que vide aquí comiença luego.
En sueños(yo) veía en el Oriente:
quatro çercos que tres cruzes fazian;
et non puedo desyr conplidamente
cómmo las quatro con las tres lusían.
Empero atanto (si) que a mí movían,
qual movió Glauco por gustar la yerva,
por quél fue fecho de una conserva
con los dioses que la mar rregian.
--o0o--
Como veréis os he dejado el poema en su castellano antiguo.
Sed felices.
Antonio
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