No soy entomólogo, ni tengo gran idea de cada uno de los distintos insectos que fotografió, pero disfruto viéndolos moverse en sus ambientes, luchar pos su supervivencia, disputar sus territorios y disfrutar de todo aquello que a su alrededor les da un beneficio.
Tampoco soy fotógrafo. Las cámaras han puesto a mi disposición poder acercarme a un mundo maravilloso al que muchas veces no prestamos la atención requerida. Un mundo de seres, por lo general pequeños, que conviven con nosotros y que gracias a ellos nosotros vivimos.
Las fotos de hoy son de un día de junio del año 2014 realizadas casi todas ellas en el Real Jardín Botánico de Madrid. Siempre que voy a él, me llevo la tele de 300 mm y un macro de 60mm porque las flores también se pueden macrofotografiar. Y en este caso se dio bien la fotografía de himenópteros que estaban aprovechando el néctar de las flores y su polen para alimentarse.
Hay también una araña, que fotografié en una espiga de gramínea que parece tener ahí su guarida.
Al fin de cuentas son detalles que captan las máquinas y que gracias a Dios, mis ojos ven y mis dedos obedecen la orden de apretar el disparador de mi máquina.
Las fotos de una mañana, sin más comentarios. Espero que os gusten.
A lo largo de todo el tiempo que llevo observándolos, jamas ninguno me ha picado. También es cierto que jamás se me ha ocurrido tocarlos o molestarlos.
La verdad, atemoriza un poco ver el abdomen de esta abeja.
En los himenópteros pueden verse infinidad de especies emparentadas y completamente distintas.
Los insectos también buscan sus lugares para copular y reproducirse. Estos dos han elegido la flor de un cebollino para hacerlo.
Sed felices.
Antonio
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