miércoles, 21 de septiembre de 2016

Mi amiga la Ameles spallanzania. Un insecto genial.



Muy distinto es salir al campo a fotografiar insectos y arácnidos solo, a ir acompañado por personas que conocen hábitats y plantas en las cuales les gusta estar y de las que se alimentan. Es más fácil y productiva la búsqueda, aunque muchas veces, como en esta ocasión, se descubre por casualidad a un maravilloso insecto que, otras veces, es imposible localizar por estar escondido entre las hierbas: me refiero a la Ameles spallanzania.


La de hoy es una hembra adulta a punto de colocar su puesta. Esta la hará en una ooteca voluminosa donde nacerá la nueva generación.
Hay que decir que las ameles pertenecen al grupo de los mantodeos el mismo que acoge a las mantis, las iris oratorias, y las empusas entre otros bichines.


Su hábitat está extendido a lo largo de los continentes africano, europeo en el sur y parte del asiático. Viven un año, aunque en algunas ocasiones se sabe de ciertos individuos que han conseguido vivir dos.


Las ameles son las pequeñas del grupo. Solo la Empusa pennata es más pequeña en sus estados de ninfa, mas figurín, pero ello no le priva de ser igual de cazadora que sus parientes cercanos.


Se alimentan de pequeños insectos y arañas a los que atrapan con sus poderosas patas delanteras, verdadera transformación de patas en objetos de caza dotados de fuertes espinas de la que, una vez prendida, es incapaz de soltarse la presa.
Si alguna vez la veis cazar, como a cualquier mantodeo, os sorprenderéis de la rapidez con que son capaces de lanzar sus patas delanteras para apresar a su victima y dejarla ensartada entre los pinchos.


Es curiosa, en el mundo de los insectos, la capacidad que han tenido los mantodeos de trasformar la función de sus elementos motrices. Es cierto que en muchas ocasiones utilizan dichas patas delanteras para pasar de una rama a otra, pero solo como elemento de apoyo; son las cuatro traseras las que se encargan de la motricidad de la Ameles. Sirva de ejemplo que las patas delanteras son las encargadas de traer la comida a casa.
Sus tonos varían en función de la zona donde se encuentren, pudiendo variar desde el marrón al verde fuerte en función del entorno de la última muda.


Si os fijáis en la hembra que nos acompaña hoy, su tono es parecidísimo al de las plantas y la sequedad de la tierra que le rodea.
¿Por que se que es una hembra? Muy sencillo: primeramente porque los machos adultos poseen alas que cubren su abdomen y por lo tanto son rectos completamente, mientras que las hembras solo tienen un recuerdo de ellas, unas alas vestigiales, de vestigio, lo que les permite poder doblar su abdomen como veis en varias de las fotografías de esta entrada.


También se sabe que es una Ameles por esa especie de caparazón que presenta en su tórax, un pronoto corto y muy ancho.
Solo deciros que mucha gente se piensa que tanto las ameles como el resto de los mantodeos pueden picar y hacer daño, cosa totalmente falsa, ya que sus brazos están hechos para cazar insectos y arácnidos blandos.


Hay que respetarlas, como al resto de los animales, y una vez observadas dejarlas seguir su vida libremente.
Cuando volví a pasar por los mismos cardos unas horas más tarde, en las plantas no quedaba ni rastro de mi amiga, o quizás no la vi debajo de los cálices de las flores. Lo que sí es seguro es que estaba a punto de comenzar su ooteca por lo hinchado de su abdomen.


Por último solo os pido que os fijéis en su mirada y en su rostro. En esos ojos compuestos siempre hay un ojo menor interno que no deja de seguirte.
Y no lo voy a negar, ella junto con sus primas hermanas las empusas, son quizás mis insectos preferidos.
Espero que este breve tema os haya gustado.
Sed felices.

Antonio 

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