Oficialmente ayer comenzó
el otoño 2016; el hombre ajusta a sus necesidades aquellos conceptos de la
Naturaleza que le interesan, intentando someter a esta a sus caprichos.
La Naturaleza se rige
por un reloj completamente distinto al nuestro: para ella el otoño empezará
cuando le dé la gana, este el sol un poco más bajo o alto en el horizonte.
Pero es cierto que por
estas fechas comienzan a verse colores en mi querida comunidad que anuncias que
pronto las hojas comenzaran a caer desmesuradamente, que los verdes dejaran
paso a los ocres y amarillos y las tierras se pondrán verdes de nuevo. Pero eso
sí, cuando madre Naturaleza decida que ha llegado el momento.
Todas las fotos que
vais a ver son del mismo día: 17 de septiembre de 2016.
Moras, rojas y negras,
sobre fondos amarillentos de fresnos y endrinales que avanzan el otoño.
Rosales silvestres que
derrochan sus últimas fuerzas en sacar los escaramujos adelante mientras en sus
hojas comienza a notarse un cambio que se aproxima lentamente.
Los musgos comienzan de
nuevo a verdear en las vallas de granito, después que pasaran las tormentas,
como queriendo envolver a las piedras y abrigarlas.
Un roble, no sé si
cansado de tanto calor o quizás seco, muestras sus hojas en una sinfonía de
colores que asusta a la máquina de fotografiar.
Y el espino ha dejado
este mundo debido quizá a la insensatez de un paisano que no ha sabido admirar
su belleza. El año que viene no será.
Contraste de vida y
muerte, de fin y de principio en una misma foto: el escaramujo es el porvenir,
las hojas son ya pasado.
Un endrino. Un endrino
que ha perdido sus frutos. Solo le queda el alimento de las últimas hojas: está
recogiendo su savia para pasar el invierno. Seguramente demasiado pronto.
¿Por qué tan pronto
quieres irte a dormir? árbol. Quizás el concepto de tu vida es completamente
distinto al mío. Para ti solo existen tres épocas de vida, la cuarta, el
invierno, duermes como un bendito bajo los hielos. ¡Que sueño mas largo!
La naturaleza también tiene
sus líos, más de los que nos pensamos. La zarza lucha por mantener su hábitat despejado,
pero otras plantas no temen a sus espinas y luchan, entre ramas puntiagudas y
telas metálicas, para sobrevivir.
Destaca el pequeño
arbusto contra la pradera que amarillea en los campos de las dehesas
guadarrameñas. Sus tonos ocres compatibilizan con los que detrás se muestran. Ahí
está mi arbusto luchando por salir adelante.
Moras y tapaculos
comparten un mismo espacio. Las moras se las rifará la gente, tanto, que no
dejaran que engorden no vaya a ser que otro… En cambio, los tapaculos no los
coge nadie, con lo ricas que son sus mermeladas.
La zarza que está a la
sombra de los grandes fresnos comienza antes su andadura otoñal. La mañana ha
sido fresca, pero extraña tanta coloración amarillenta en las plantas. Ha
llovido poco este verano y las lluvias de la Virgen y principios de septiembre
no han sido fuertes. Mama Naturaleza comienza a dar muestras de cambio: parece
que quiere engalanarse para ir a dormir.
Me quedo mirando el rosal
silvestre. Sus escaramujos están sanos. Sus hojas comienzan a entregar a la
planta todo el poder de la savia que tienen almacenada y van cambiando poco a
poco de color.
Otoño llega, despacio,
seco, con calor, pero va llegando. Caminito arriba y abajo deja entrever su
mandato. Comienza el año a hacerse viejo, ya está muy maduro.
¿Serán mis canas presagio
de un otoño que se acerca o de un invierno eterno del que no se sabe nada?
Cierto, estoy ya en mi otoño, espero que el invierno tarde aun un poco.
Sed felices
Antonio
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