Una de las cosas que me
encanta es conocer en los lugares a los que acudo, sus historias, leyendas y
costumbres de los habitantes y sus territorios.
En todas partes hay
historias, leyendas e invenciones para todos los gustos y colores. Pero una
cosa es cierta, siempre hay un algo de realidad detrás de todo ello. Los años de
tradición oral llevan muchas veces a magnificar las leyendas y en otros a
tergiversaras totalmente.
Paseando por los campos
de la bella tierra extremeña de Valencia de Alcántara, maravilloso pueblo donde
se caso una hija de los Reyes Católicos, fuimos dar con una piedra extraña a la
que llaman la Porra del Burro por el parecido con el aparato sexual de dicho
animal.
La verdad es que cuando
llegas a su cercanía lo primero que extraña es su esbeltez, con respecto al
resto de granitoides que existen en los alrededores, y a la vez en sus formas extrañas y su erosión.
Unos dicen que es una
piedra que se formo allí y que la naturaleza ha ido desgastando poco a poco.
Cosa por otro lado nada desdeñable, aunque es difícil encontrar granitoides compuestos
de granito y otros materiales blandos erosionables.
Algunos opinan que como
los menhires esta puesto allí por la mano del hombre de hace unos cinco mil a diez
mil años como un elemento de carácter fálico para invocar la fertilidad.
Podría tratarse también
de una especie de lugar sagrado aprovechando un elemento que la naturaleza puso
a disposición de nuestro ancestro prehistórico.
Cierto es que la zona
está plagada de dólmenes, algunos preciosos, y no es de extrañar y suponer un
posible asentamiento alrededor de él.
En este caso, yo, solo
trasmito de alguna manera los comentarios que han llegado hasta mi, dignos de
tener en cuenta.
¿Para que sirve ahora
la Porra del Burro? Pues se ha convertido en un lugar de peregrinación de
las muchachas de las zonas aledañas que van a intentar saber cuando le toca
casarse.
¿En qué consiste el
saber el año de la boda?
En días de fiesta se
acercan las mozas hasta el lugar que ocupa la piedra de unos 4 o 5 metros de
altura. Tienen entonces que elegir del suelo unas piedras para tirarlas a la
Porra del Burro, pero no con fuerza para dañarlo, no, si no de la siguiente manera:
Deben lanzar las
piedras a lo alto de la Porra e intentar
que la piedra se quede en el casquete superior sin caer al suelo.
La verdad es que no es fácil
y la mayoría de los intentos las piedra al llegar arriba ruedan por la cara semiesférica
de la piedra volviendo a caer al suelo.
Cada vez que se lanza
una piedra y cae, es un año más a contar para la posible boda. Cinco piedras,
cinco años y así sucesivamente.
Unas sobrinas lo
estuvieron probaron y es bastante complicado.
Una historia más de
esta España nuestra que en cada rinconcito guarda un maravilloso secreto que muchísimas
veces nos pasa desapercibida.
Por cierto, mi mujer lo probo y la segunda piedra se quedo arriba. Si es verdad...
Nada mas por hoy, solo
desearos la mayor felicidad del mundo.
Antonio
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