"Si muero, no moriré del
todo"
Con esta frase no sé si
de refería a él mismo o al gran Federico García Lorca, pero vale para los dos; Dalí sigue vivo, su pintura,
escultura y el resto de las artes por el tratadas siguen ahí como recuerdo
maravilloso de un egocéntrico genial, de un personaje que supo con sus
excentricidades cautivar a multitudes y ser odiado por otras tantas.
Antes de entrar en la
casa de Portlligat repasemos unas imágenes del museo Dalí, quizás así
entendamos mejor el entorno.
El espectro del sex-appeal. Museo Dalí de Figueras
Dalí nació en Figueras
y murió allí también, pero vivió fundamentalmente en su casa de Portlligat en
Gerona, en la costa, donde la luz y el color se mezclan en un maravilloso mundo
de fantasía que él, el gran maestro, supo fundir en muros blancos.
El Museo Dalí en Figueras es un mundo mágico, que absorbe de entrada al visitante, no dejando que llegues a analizar al personaje ni a su obra en una primera visita. Sobrecoge todo, el espíritu de una Dalí, que parece no haber muerto, esta en cada rincón, en cada cuadro, y si puedo así decirlo, en cada locura pictórica representada en sus dibujos, en sus cuadros. Es importante conocer el Museo Dalí antes de entrar en la Casa Blanca de Portlligat.
El Museo Dalí en Figueras es un mundo mágico, que absorbe de entrada al visitante, no dejando que llegues a analizar al personaje ni a su obra en una primera visita. Sobrecoge todo, el espíritu de una Dalí, que parece no haber muerto, esta en cada rincón, en cada cuadro, y si puedo así decirlo, en cada locura pictórica representada en sus dibujos, en sus cuadros. Es importante conocer el Museo Dalí antes de entrar en la Casa Blanca de Portlligat.
Para entender la casa
de Dalí en Portlligat hay que entender su obra, su egocentrismo, su capacidad
de creerse el centro del mundo, de crear, y la adoración que se creó en torno a
un personaje capaz de atraer a las personalidades más importantes del momento.
La casa de Dalí en Portlligat
hay que mirarla como una mas de sus artes, colocó enormes huevos donde otros
hubiésemos puesto unos geranios, pitas en lo alto de un muro o tesones como perchas
de un palomar lleno de ojos son parte de lo que vais a ver.
Salida al jardín
Sala de invierno con vistas al mar
Portlligat como un cuadro en una abertura del muro
No me extraña que Dalí
amase su casa. Era su refugio, su huida del mundanal ruido, un lugar donde
pasar de actos públicos publicitarios y demenciales a un lugar de recogimiento
donde mirar al mar, a su Mediterráneo en compañía de Gala, y allí pintar,
imaginar y poder colocar la mente, su maravillosa mente creadora, en disposición
de seguir creando.
Izquierda zona despensa; arriba escalera con sombrilla; Abajo espejos para ver la salida del sol y ventana a la bahía.
Dalí, seguía creando en
su taller y en toda su casa.
A quien sino se le podría ocurrir colocar huevos, el germen de la vida, encima de sus terrazas y muros; o amantes sobre un muro al lado de unas pitas o incluso un palomar de ojos saltones.
A quien sino se le podría ocurrir colocar huevos, el germen de la vida, encima de sus terrazas y muros; o amantes sobre un muro al lado de unas pitas o incluso un palomar de ojos saltones.
Distintos huevos cósmicos a lo largo de la vivienda
Pasadizo entre distintas estancias y zonas ajardinadas.
Palomar por la parte posterior.
Y la soledad, el
aislamiento de su casa, a los que solo entraban los que él consideraba sus
amigos, o su interés, podía rellenarse con cisnes que pululaban por sus
jardines o muñecos Michelín sentados en distintas partes como convidados
silenciosos y respetuosos con su intimidad.
Cabezas en armonía en lo alto de un muro mirando al mar.
Muñeco Michelín tomando el sol en la piscina rodeado de una gran serpiente
La cal, el geranio, el olivo y las siempre vivas son la decoración de la casa con alguna pita.
Así hay que ver la casa
de Dalí, no como un mero habitáculo de cualquier familia, de cualquier
escultor, pintor o joyero… Solo puede mirarse como la casa de Salvador Felipe Jacinto Dalí y Domènech. Su rincón, su
lugar intimo, del que obligaba a salir a todo el mundo después de realizadas
las faenas caseras, que solo lo abandonó tras la muerte de su compañera Gala...
Hay lugares para descansar
Y está claro que la
frase con la que comencé esta entrada, sea suya o no, sea para él o no, sigue
siendo cierta: si muero, no moriré del todo.
Final de la piscina. No podía ser de otra manera.
He elegido una serie de rincones para colocaros en esta entrada. Comencé seleccionando cincuenta fotos y he ido reduciendo todo lo que he podido.
Allí esta encerrada, nos guste o no su autor, una parte de la historia de este país y mucho de un artista que con sus dotes, su arte y sus extravagancias sigue produciendo admiración y todo lo contrario.
A mi personalmente me gusta.
Sed felices.
Antonio
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