Nació nuestro poeta en
Sevilla hacia el año mil quinientos setenta y que vivió en esta ciudad hasta
que se traslado muy joven a las Américas donde ingreso pronto en el seminario que
en Lima tenían los dominicos.
Fray Diego de
Ojeda tuvo en Perú una vida ajetreada
tanto por su forma de vida como por las intrigas a las que estuvo sometido por
parte del delegado de la Orden, el padre Armería.
Desempeño el cargo de Director en el noviciado que la
orden tenía en Lima.
Fue un ferviente
defensor de los indígenas peruanos.
Su obra poética más conocida es La Cristiada, poema que relata la
Pasión y Resurrección de Cristo, escrito en octavas reales y que dedico al Virrey del Perú.
Consta la obra de 12
cantos o capítulos en el que cada uno de ellos se introduce con un resumen de
lo que se va a narrar.
Murió Fray Diego de
Ojeda el año mil seiscientos quince en Perú.
Se le puede considerar
el gran escritor del Siglo de Oro en el continente americano.
¿Qué es una octava
real? Una octava real es una estrofa compuesta por ocho versos endecasílabos
cuya rima es alterna y consonante en los seis primeros y entre los dos últimos.
Para entenderlo sigue el siguiente esquema: A-B-A-B-A-B-C-C.
Os he colocado del
Libro VI, o Capítulo VI, las seis primeras estrofas, donde el ángel describe
las alegrías de la Resurrección. Acordaros que la primera octava real es un resumen
de todo el Libro.
ESTROFAS
DEL LIBRO VI
A
penas, pues, el alba placentera,
aljófar
lloverá en el verde prado,
y
alegre esparcirá la primavera
sus
flores a la luz del sol dorado,
cuando
el sol sacro de la empírea esfera,
que
en el Oriente de su Padre amado
reposa,
animara al tercero día
su
cuerpo, al alba y sol dando alegría.
Afeado
aquel cuerpo más hermoso (A)
que
la tierra sostuvo, el cielo vido, (B)
estará
en el sepulcro tenebroso, (A)
y
en varias partes con rigor herido, (B)
como
el que de un afán tan riguroso (A)
salió
muerto, aunque estaba a Dios unido: (B)
mas
luego que lo informe el alma pura, (C)
se
bañara de inmensa hermosura. (C)
Suele
una parda nube que oscurece
al
sol, y al Occidente hace sombra,
mientras
la gran lumbrera no parece,
parecer
que con luto el aire alfombra:
pero
si el sol en ella resplandece.
ni
ya quita la luz ni al cielo asombra:
antes,
como preñada de mil soles,
revienta
en mil hermosos arreboles.
Así en entrando el alma refulgente
de
Cristo en aquel cuerpo inestimable,
de
oscuro lo pondrá resplandeciente
con
luz rara y belleza inimitable:
no
hay acá semejanza conveniente
a
aquella perfección incomparable;
que
es tierra lo de acá, y es más que cielo
el
cuerpo que es a Dios ornato y velo.
Mas
¿Qué diré de las heridas bellas
que
en los pies y en las manos y el costado
conservará,
para mostrar con ellas
su
amor divino y corazón llagado?
Ni
el terso relucir de las estrellas,
ni
el rayar de la luna plateado,
ni
el cielo empíreo con su llama pura
es
huella de su inmensa hermosura.
Tal,
pues, la grande losa penetrando,
saldrá
lleno de ilustres resplandores,
y
gracias y dulzuras desplegando,
al
día prestará luces y flores;
y
al terrible escuadrón y fiero bando
de
los muchos soldados veladores,
que
le habrán puesto allí los fariseos,
espantará,
admirable, en sus trofeos.
Pero
¡con que placer las almas pías,
humildes,
le darán dulces abrazos,
lanzando
por sus ojos alegrías,
y
apretándole a si con firmes lazos!
Tenderán
con devotas cortesías
sus
invisibles amorosos brazos,
cual
por los pies, y cual por la garganta,
y
cual por la cintura sacrosanta.
--o0o--
Espero que os haya
gustado.
Con este poema
terminamos los siete poemas de esta Semana Santa,
Sed felices
Antonio
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