viernes, 27 de marzo de 2020

Un cuento: Un sueño entre 10 dalias




Un silencio increíble rodea el Real Jardín Botánico de Madrid.

Acapulco

Parece que el mundo se haya acabado. Han desaparecido los grupos bulliciosos en el Paseo del Prado y los vehículos son raros, tan raros que no existen. Sentado en el banco, el banco de los sueños, observo las plantas que durante tantos años me han acompañado a lo largo de los días mientras paseaba con mi amigo Luis o solo.

Alain Mimoun

El parterre de las dalias está completamente florido. Los ojos se me escapan detrás de colores tan diversos y formas tan dispares para flores de la misma familia. El parterre es ahora para mí solo. Puedo elegir cada flor sin que nadie se coloque detrás de la misma o pase por delante en el momento de hacer la fotografía. Puedo elegir el momento, soy el dueño absoluto de la situación y nadie a mí alrededor existe.

Alster Grusz 

¿Nadie? De repente me doy cuenta de mi soledad. He perdido la compañía de los seres humanos que convivían  conmigo alrededor de las dalias. Me giro, giro como una hélice mi cuerpo en todas las direcciones posibles y fuerzo mis ojos por encontrar a alguien que comparta conmigo el parterre. ¡Nadie!

Ambicion

Estoy solo, terriblemente solo. Ni siquiera el amigo me acompaña en esta ocasión. Un sudor frío, tan frío como la nada, me va cubriendo poco a poco, y las flores se desvanecen en un torbellino de giros que mi cabeza azuza cuando empiezo a marearme. Los colores se mezclan;  blancos con rosados y violetas con amarillos; las flores se convierten de repente en una batidora de color, un molino  que no cesa de girar, como si un viento huracanado moviese sus alas.

Apache

Busco desesperado le  banco, que está justo detrás de mi, y me siento. Cierro unos instantes los ojos y no quiero creer lo que me sucede. Soy el único dentro del Botánico. ¿Me habré quedado dormido y no he oído el silbato del vigilante a la hora de cerrar? No, imposible, si acabo de entrar. Es cierto, en la taquilla no había nadie. Tampoco se veían colas en el Prado. ¿Qué pasa? ¿Hay una huelga general?
Ni siquiera sé cómo he llegado hasta aquí. Estoy acostumbrado a la soledad, pero tanta me parece un castigo. Me doy cuenta que he dejado las máquinas en el banco. Que en estos momentos no las necesito. Los colores han dejado de girar. Las plantas comienzas a hacerse inmensas y las hierbas crecen por doquier.

Apricot star

Tengo la sensación que la vegetación quiere envolverme y cogerme. Quiero salir corriendo y no puedo. La humedad penetra en mis pies y noto el olor de la tierra dentro de mi cuerpo. Una dalia me mira dulcemente, sonriente, y me susurra al oído: “¿te gusta ser planta como yo? No te preocupes, las flores saldrán poco a poco y no necesitas nada más que para ser feliz que la gente te mire”.

Arabian night 

Intento moverme del banco. Puedo levantarme, saldré corriendo,¡no quiero ser planta ni flor! pero mis pies parecen hendidos en la tierra. Grito, socorro, socorro, pero de nada me sirve, nadie viene en mi auxilio…. La dalia sigue mirándome sonriente y me dice: "¡Calla! no ves que es la hora del silencio y la meditación. Aprovecha para aprender a contemplar la belleza." 
Y no puedo callar. Grito, lloro, y una terrible angustia se apodera de mi..

Arizona 

Me estoy convirtiendo en un vegetal. ¿Qué pasará mañana cuando la gente venga a ver las dalias? Seguramente pensaran que soy una especie nueva, la dalia hombre… 
El sudor frío me empapa; mi cuerpo esta húmedo. Un temblor me despierta. Y angustiado miro a mi alrededor; ¡no me lo creo! Acabo de despertarme de un increíble sueño. El televisor esta encendido, pero mudo. La imagen está congelada. Noto que alguna lágrima se me ha escapado al despertar. La angustia del sueño y de la soledad han salido a relucir. ¿Será el triunfo del virus? Me niego a a aceptar tal cosa, estoy sentado en el sofá, no en el banco de piedra ¿no?

Arnhem

Miro por la ventana y veo que no hay nadie en la calle… ¿Realmente he despertado?
Me doy cuenta que el salón esta repleto de dalias que me observan, Noto algo raro en mi cara, no, no es pelo, son pétalos y el sofá es en realidad un banco...
¡Que susto! Creí por un momento que que me había vuelto hombre.
--o0o--

Tras trece días de clausura forzosa, he decidido escribir algo. Y ese algo lo hago desde la soledad del banco del Botánico, estoy solo.
--o0o--

Avignon 

Cuidaros, hablad con la gente, usar el teléfono y no dejéis que la esperanza se pierda entre las flores.
Sed felices
Antonio

2 comentarios:

  1. Maravillosas fotos para acompañar este excelente relato, con sentimientos encontrados y en el que predomina la soledad. Toda soledad es dolorosa, pero ésta duele más que todas. El mundo la está sufriendo. La esperanza será la que nos acompañe a sobrellevarla. ¡Felicitaciones! María del Carmen Rourich- htpss://piedrasyrosas.wordpress.com

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    1. Muchísimas gracias, Maria del Carmen Rourich. Me alegra que te haya gustado, Buenas noches
      Antonio Banús

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