Hace una tarde
maravillosa este sábado de febrero, con unas temperaturas mas de marzo o abril
que de principios de este febrero primaveral.
He salido un rato de
casa, he dejado de trabajar y con las maquinas al hombro, a la caza de aquello
que el día dentro del jardín me permita fotografiar.
Un trepador azul a la boca del nuevo nido. Durante un par de meses se dedicaran a ir cerrando la boca de entrada con barro para que no puedan entrar las urracas ni salirse las crías.
Los arboles del jardín están
podados y sin hojas, excepto el pequeño olivo que planto mi madre con cariño
hace unos años. Ello, permite observar a los pajarillos que vuelan por allí con
mucha mas facilidad que en pleno verano.
Reciben el nombre de trepadores porque tienen una facilidad enorme de moverse y caminar por los troncos.
He descubierto que los
trepadores azules, Sitta europaea, se han instalado en el antiguo nido que los tordos tenían en
uno de los altos olmos, muy cerca de otro en él que hubo de autillos, otos,
esos buhitos pequeños y simpáticos.
Al descubrir a los
trepadores, que pensé que se habían marchado, fui corriendo a llenar el
comedero. Había en casa nueces y almendrucos y les preparé una sustanciosa
comida.
Esta foto es demostrativa de lo que os explico. Fijaros que ya tiene dos trozos entre los picos y si puede cogerá otro para esconderlo.
No tardaron ni cinco
minutos en descubrir los trepadores el rico manjar y se lanzaron al comedero
sin contemplaciones.
Estos pájaros tienen la
costumbre de la comida que van recolectando incrustarla en las hendiduras de
los árboles que les interesa, sobre todo de aquellos que tienen cortezas
rugosas donde poder almacenar las semillas y gracias a la longitud de su pico a
profundidades donde no llegan por ejemplo los herrerillos.
Comenzaron a volar la
pareja de trepadores azules de su nido al comedero y de este al gran chopo que
hay a la salida del porche. Cogen un trozo de nuez o de almendruco y a la
despensa.
El trepador en lo alto de una de las ramas podadas de un olmo. ¿No os recuerda a un pingüino?
Luego, uno de ellos se
sube al otero, la parte superior de un olmo, y desde allí vigila su dominio.
Un herrerillo, un Parus major, observa desde el cable de teléfonos. Ya han visto la comida como los trepadores.
Pasado un rato, los
movimientos y el ir y venir de los trepadores, llamó la atención de los
herrerillos, Cyanistes caerulens y Parus major, que sin acercarse al comedero otearon y espiaron a los primeros
desde los cables del teléfono que discurren por la calle.
A escasos 120 cms del borde del tronco donde está el comedero.
Luego, poco a poco se
fueron acercando hasta el olivo, como el que no quiere la cosa.
El trepador azul, al
principio, mientras estaban en la lejanía los miraba pero mantenía una
sensación de que le importaban nada y menos.
Los herrerillos ante
tal poca defensa del territorio se animaron a darse vueltas por el olivo.
El trepador se ha marchado y el herrerillo decide comer. Le dejaran estar muy poco.
Incluso en un momento
determinado uno de ellos, ante el abandono del comedero, bajo a comer algún grano.
A diferencia de los
trepadores azules, los herrerillos comen sobre la marcha y tienen que aprovechar
el momento en que los otros o han llevado comida al nido o están escondiéndola por
todos los recovecos de los troncos y ramas de los árboles.
Cogiendo pedazos de almendra y nuez. Calorías tiene la comida.
Pero es solo un instante.
Como una centella se lanza el trepador hacia el olivo y el herrerillo busca
refugio mas allá. Saben que no tienen nada que hacer contra el pico de su
oponente.
El herrerillo al ataque. No cejará, pero los trepadores se lo ponen dificil
Observando desde la puerta peatonal, después de que le hayan echado.
El trepador está
enfadado. Eso de que los herrerillos hayan bajado al comedero no le ha gustado
nada y cuando los ve entre las ramas del olivo va a por ellos y los echa.
Mirando a su alrededor observando donde están los intrusos en su comedero.
Pero es solo una
amenaza pueril, pues a los pocos minutos están de nuevo la pareja alrededor del
comedero en las ramas del olivo.
Haciendo tiempo y observando el percal. Tendrá su momento.
Son elegantes los trepadores azules. Me encanta verles de cerca. Es curioso pero me dejan acercarme hasta dos metros del comedero.
Y así seguirán durante
toda la temporada.
Otro tipo de herrerillo, el Sitta euroaea, también en el olivo dispuesto a coger su bocado en cuanto haya el mas mínimo descuido.
Tendré que colocar un
cebadero para que puedan turnarse unos y otros en distintos sitios del jardín.
Y distintas comidas.
Un trepador en una de sus posiciones de oteo.
No hubo tiempo para más.
Ya habrá días en los que pueda observarlos. Han cambiado de nido unos y seguro
que en al abandonado llegaran otros.
Sed felices
Antonio
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