Hace unos años, después
de haber pasado unos días recorriendo las Cinco Villas, retornamos a Madrid por
el camino Navarro y nos detuvimos en Sangüesa a conocer sus dos iglesias
románicas.
Hoy vamos a tratar de
una de ellas, Santa María la Real, pero centrándonos en un elemento fantástico.
Breve
cronología histórica de Sangüesa y su posición geográfica.-
Alfonso I el Batallador
tenía una fortificación palacio en Sangüesa. Era una posición estratégica
contra las invasiones Aragonesas y en 1122 concedió a la población el fuero
latino que permitía a nobles el ensanchamiento y crecimiento de la ciudad.
Como ello no era
suficiente el rey navarro modifico el fuero latino en 1131 para que no solo los
nobles pudieran aprovecharse de sus prebendas, y lo extendió a todos los
hombres libres que vivieran o se aposentaran en Sangüesa.
En este momento la
ciudad experimento un auge importante extendiéndose fuera de los límites del
castillo.
En este mismo año de
1131, Alfonso I el Batallador, cede a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de
San Juan de Jerusalén su palacio y los terrenos que le rodean, a la vez que
impulsa la creación de la nueva iglesia que es adjudicada al constructor
Leodegarius que la realizó en parte, rematando el templo el Maestro de San Pedro el Viejo de Huesca, Santiago de Agüero, San Juan de la peña etc.
Lo que se sabe con
certeza es que su construcción empezó en el siglo XII y término en el XIII, lo
que lleva a ver dos estilos en la iglesia: un románico con puntadas hacia un
gótico naciente y un gótico que remata la iglesia en su cubrición y en su
torre.
A partir de ahí,
Sangüesa comienza su nueva historia, su nuevo recorrido; edificarán Santa María
la Real siguiendo los deseos del Batallador y realizando una iglesia que deja
muchas dudas en cuanto a dimensiones, figuras y colocación y situación de su
puerta.
Es por ello que atrae a tanta gente y
sobre todo admira a tantos amantes del románico.
Su portada es
magnífica, sublime diría yo, pero explicarla aquí sería muchísimo más extenso,
por ello he elegido el tímpano del Juicio Final.
El
tímpano de la portada de Santa María la Real de Sangüesa.-
Coronando su puerta, un
maravilloso tímpano en el que se desarrolla el Juicio Final presidido por un
Cristo en Majestad.
El tímpano de la pasión
Para desarrollar esta
entrada he dibujado sobre la foto del tímpano una serie de figuras de colores
enmarcando las distintas escenas y personajes del mismo.
Está dividido en las
siguientes secciones:
1.- Cristo en Majestad
con ángeles trompeteros
2.- María Virgen con Jesús
niño
Mi partición para el desarrollo de la entrada
3 y 4/2 Como almas al
encuentro del Creador.
4.1 y 5. Almas
condenadas, pesaje de las almas y el Infierno.
6.1 y 6.2 Los doce
apóstoles rodeando a María
Cristo en Majestad.-
Ocupa como es natural
la parte principal del tímpano. Más sobrio que otros en cuanto ropajes y
formas. Su túnica cae desde el hombro izquierdo hacia la cintura insinuando la
herida de la lanza. Su mirada parece perderse por encima del espectador, pero
su rostro denota serenidad. Su barba tiene pocos matices pero le da a su rostro
un aire de magnificencia.
Este Maiestas Dómini,
esta coronado y como todos con sus dedos de la mano derecha juntos bendice. Le
falta el antebrazo y manos izquierdos donde debía estar el libro sagrado, la
Biblia.
Detrás de su cabeza nimbo
con las aspas de la cruz, pero no de ven ni el alfa ni el omega que suelen
acompañarle.
Para rematar la escena,
dándole importancia y a la vez separándolo de las escenas que se desarrollan a
su alrededor, cuatro ángeles sin alas que con olifantes anuncian el Juicio Final. Son curiosas las vestimentas
de estos y sus posiciones, no guardando simetría en cuanto a sus dimensiones y
cada uno tiene forma distinta...
Esta imagen del Cristo
resucitado es más suave que otros anteriores, más humano, quizá debido a las
influencias del país vecino, Francia.
La
Madre de Jesús.-
María es la segunda
figura principal del tímpano. Esta coronada y entronizada en un trono tosco y
sostiene a Jesús niño sentado en su pierna izquierda y sujetándolo con su brazo
izquierdo. Su túnica le cubre por completo y en los pies lleva calzado pues no
nos deja ver sus dedos.
Lleva una especie de
collar que seguramente servía para sujetar la capa y cosa curiosa en su muñeca derecha
parece tener colocadas unas pulseras. Si la calidad de reducción de las fotos
lo permite fijaros en los zapatos terminados en punta de María.
En esta figura su trono
es más visible y para darle mayor importancia a la figura y al detalle la
columna a su izquierda está inclinada.
El niño Jesús está
bendiciendo, con cara sonriente y la Virgen tiene la cara serena y relajada.
Como casi todos los niños del románico, esta desproporcionado con respecto al
tamaño de la Virgen.
Las
almas que van camino del cielo.
Quien realizo esta
escultura monumental expreso de una forma fantástica el Juicio Final.
En las zonas que os he
marcado con verde, las 3 y la 4/2 se ve claramente el desarrollo de las almas
que enfilan el camino al Cielo. Están vestidas, caras de serenidad
perfectamente visibles y de felicidad, unos hablando entre ellos y otros mirado
hacia el Maiestas Dómini.
Curiosamente todas estas figuras están representadas perfectamente derechas aunque el arco vaya obligando a su autor a reducir su tamaño. En la parte superior lo logra colocando unos niños y en la fila inmediatamente inferior el último personaje se inclina algo hacia su compañero, como si quisiese acercarse a decirle algo.
Curiosamente se
distinguen perfectamente los hombres de las mujeres y ambos comparten la escena
de los elegidos.
En el recuadro en verde
(4/2) representa a almas que han pasado por la balanza del bien y del mal que
sostiene San Miguel Arcángel. En el platillo de la balanza se ve la paloma de la
pureza, el peso del alma sin pecados. El platillo izquierdo está atrapado por
una serpiente del infierno que tira de él hacia abajo intentando desequilibrar el
resultado eterno de un alama.
Lo curioso de estas
tres figuras es que parecen mujeres. Quizá el autor quiso establecer con ello
las tres Marías del Evangelio, pero esto es una pura suposición mía que no
tiene validez de ningún tipo.
Si os fijáis en esta
foto, veréis que en ella se observan tonos en las esculturas, seguramente de la
policromía que las cubría.
En esta imagen (8) os
la he colocado para que distingáis perfectamente entre las tres almas vestidas
y que han pasado la balanza y los condenados a las penas del infierno (4/1,
4/2, 5)
Los
condenados al fuego eterno.
Las almas están
desnudas. Señal inequívoca que no se han perdonado sus pecados.
En la parte superior el
escultor en este caso no ha mantenido la verticalidad como en el lado opuesto,
si no que los cuerpos están cayendo hacia atrás, agarrados los unos a los otros
por sus brazos sobre los hombros, temerosos de lo que les va a suceder en unos
instantes. No miran hacia el Maiestas Dómini para solicitar perdón, no, su
mirada está perdida hacia fuera de la escena.
Un demonio, de rostro
monstruoso está colocado al final de la fila esperando que de una en una las
almas vayan cayendo en sus fauces, unas fauces de las que salen unas serpientes
que enlazan con el infierno en el que están las almas ya condenadas.
Las caras de esta fila
no expresan la felicidad como las del cuadro opuesto, Hay una expresión
distinta, no hay felicidad en esos rostros.
Y remata la escena el
escultor, colocando junto a la fila y en la arquivolta, la imagen de una mujer
a la que la serpiente le muerde el pecho, representación de la lujuria, lo
mismo que hacen las que salen de la boca del demonio citado.
Ahí entramos en la zona
más cruel del Juicio Final. Las almas cuyo peso ha sido desfavorable entran en
las puertas del infierno mediante una gran boca invertida.
La representación del infierno es terrible. Cabezas que arden y el fuego de cada una entra en las bocas de otros condenados. Bocas abiertas, dientes destrozados y caras de pánico y dolor. Es la representación del fuego eterno, el castigo cruel que puede llegar a tener un pecador. Y está representado así para intimidar a los paisanos de la época. No hacía falta saber leer para interpretar estas esculturas y poderlas comparar con las del lado opuesto. Y la superstición y el miedo de aquella época eran terribles.
Unas almas a las que
están a punto de pesar están mordidas en sus pechos por las serpientes. El
pecado de la lujuria está presente y el fuego eterno les espera ahí mismo.
La representación del infierno como una gran boca invertida le da más capacidad de contener pecadores que si estuviera colocada normal.
Los
apóstoles.-
Toda la escena del
Juicio Final, descansa sobre unas arcadas donde se encuentran la Virgen y doce
apóstoles. De María ya hemos hablado y está en el centro de la escena.
Cada figura de apóstol
está en una hornacina en la que en su arco esta su nombre, o mejor dicho
estaba, pues en muchas es imposible identificarlos. San Pedro con las llaves es
inconfundible.
Tal como os coloco en
la siguiente foto el orden de los apóstoles comenzando de izquierda a derecha
es: Tomas, Santiago o Jacobo, Juan, Pablo y San Pedro, sin nombre, la Virgen,
sin nombre, Lucas, Bartolomé, sin nombre, Mateo y San Judas.
Despedida.-
Espero no haber metido
la pata en esta entrada. No he querido meterme en los intríngulis del proceso
constructivo ni en quien fue realmente el autor de este maravilloso tímpano.
Solo describir con un poco más de detalle lo que me encanto observar en su día.
Creo que las explicaciones para que lleguen al público en general tienen que
ser lo más inocuas posibles. Si alguien quiere adentrarse y profundizar más en
este pórtico hay mucho publicado sobre él. Unos pasan rápidamente, otros
describen toda la fachada sur de Santa María la Real de Sangüesa de manera
admirable.
Cuidaros, vivimos
tiempos de zozobra, pero vivid y ser felices.
Antonio
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