Allá por el año mil
ochocientos setenta nace en Santander nuestra poeta de hoy.
Es en las escuelas
donde Concha Espina, cuyo verdadero nombre es María de la Concepción
Jesusa Basilisa, aprende a leer, primero en la de Santander y posteriormente en la del pueblo donde se traslada su padre, Mazcuerras, y en donde comienza a escribir sus poesías desde
los trece años.
En mil ochocientos
ochenta y nueve publica su primer poema en un periódico de su tierra natal, a
los diecinueve años de edad.
Casada con Ramón de la
Serna, emigra con su marido a Argentina y allí comienza una colaboración
efectiva con distintos periódicos y revistas de ese país.
De vuelta a España,
publica su primer poemario, Mis flores, que será la apertura hacia un éxito
literario fantástico que le encumbrara a ser designada candidata al Premio
Nobel en tres ocasiones sucesivas, sin conseguirlo nunca, como tampoco
conseguiría ser nombrada académica de la Real Academia Española de la Lengua.
Aun así, obtuvo
infinidad de premios y distinciones, tanto en España como en el extranjero.
Queda ciega a la edad
de sesenta y un años y moriría en Madrid en mil novecientos cincuenta y cinco.
Su producción literaria
es extensísima, cultivando tanto la poesía como la prosa y es una novelista
conocida mundialmente, quizás más fuera que en el propio país. Puede decirse de
Concha Espina que es una de las más grandes poetas del Modernismo literario
español.
Concha espina trabaja
una poesía clásica pero a la vez modernista, intimista, en la que podemos
encontrar ternura, amor, experiencia, en fin humanidad por los cuatro costados.
Os dejo un poema
titulado lejos.
Espero que os guste su
lectura
LEJOS
Entre
la noche que está dormida
y
el mar dormido que sueña y lucha,
tengo
enhebrada mi ardiente vida,
alma
que alerta ronda y escucha.
Para
mi frente, clara diadema,
los
astros hilan vivo reflejo;
para
mis ojos triste poema,
las
aguas mullen un blando espejo.
Calman
las olas sus paroxismos,
llenas
de lumbre y de estupores,
y
entre las fauces de dos abismos
hago
la siembra de mis amores.
Aquí
las meses y las derrotas
son
infinitos que yo paseo;
haces
de vidas, ansias remotas,
vasto
refugio para el deseo.
Y
las criaturas de mi paisaje,
bestias
menores, nunca son malas;
con
la inocencia de lo salvaje,
de
los querubes tienen las alas.
Aves
y peces, sordo murmullo,
alible
fauna reclamadora
cuando
la noche lanza el aúllo
del
mar dormido que sueña y llora.
Nada
me hiere donde yo habito;
mis
daños, todos son de la orilla.
Aquí
se esconde mi ronco grito
en
el manojo de mi gavilla.
Ramos
de espumas, leves corolas,
plantel
de soles y de luceros;
para
mí el baño de frescas olas
y
la ardentía de los senderos.
Para
mí todas las noches gayas;
para
mí todos los océanos;
lejos
de la tierra, lejos de las playas;
ningún
anillo para mis manos.
No
quiero engarces prometedores
con
el mezquino polvo sediento,
donde
el gusano vive en las flores
y
la veleta gira en el viento.
Ninguna
gracia de la ribera,
donde
se miente lo que se jura;
es
más benigna la mar señera;
es
más piados la noche oscura…
--o0o--
Espero que hayáis
disfrutado con este poema.
Sed felices.
Antonio
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