viernes, 25 de marzo de 2016

Flores con poesía CCLXXIII: Lejos

Allá por el año mil ochocientos setenta nace en Santander nuestra poeta de hoy.
Es en las escuelas donde Concha Espina, cuyo verdadero nombre es María de la Concepción Jesusa Basilisa, aprende a leer, primero en la de Santander y posteriormente en la del pueblo donde se traslada su padre, Mazcuerras,  y en donde comienza a escribir sus poesías desde los trece años.


En mil ochocientos ochenta y nueve publica su primer poema en un periódico de su tierra natal, a los diecinueve años de edad.
Casada con Ramón de la Serna, emigra con su marido a Argentina y allí comienza una colaboración efectiva con distintos periódicos y revistas de ese país.
De vuelta a España, publica su primer poemario, Mis flores, que será la apertura hacia un éxito literario fantástico que le encumbrara a ser designada candidata al Premio Nobel en tres ocasiones sucesivas, sin conseguirlo nunca, como tampoco conseguiría ser nombrada académica de la Real Academia Española de la Lengua.
Aun así, obtuvo infinidad de premios y distinciones, tanto en España como en el extranjero.
Queda ciega a la edad de sesenta y un años y moriría en Madrid en mil novecientos cincuenta y cinco.
Su producción literaria es extensísima, cultivando tanto la poesía como la prosa y es una novelista conocida mundialmente, quizás más fuera que en el propio país. Puede decirse de Concha Espina que es una de las más grandes poetas del Modernismo literario español.


Concha espina trabaja una poesía clásica pero a la vez modernista, intimista, en la que podemos encontrar ternura, amor, experiencia, en fin humanidad por los cuatro costados.
Os dejo un poema titulado lejos.
Espero que os guste su lectura

LEJOS

Entre la noche que está dormida
y el mar dormido que sueña y lucha,
tengo enhebrada mi ardiente vida,
alma que alerta ronda y escucha.

Para mi frente, clara diadema,
los astros hilan vivo reflejo;
para mis ojos triste poema,
las aguas mullen un blando espejo.


Calman las olas sus paroxismos,
llenas de lumbre y de estupores,
y entre las fauces de dos abismos
hago la siembra de mis amores.

Aquí las meses y las derrotas
son infinitos que yo paseo;
haces de vidas, ansias remotas,
vasto refugio para el deseo.


Y las criaturas de mi paisaje,
bestias menores, nunca son malas;
con la inocencia de lo salvaje,
de los querubes tienen las alas.

Aves y peces, sordo murmullo,
alible fauna reclamadora
cuando la noche lanza el aúllo
del mar dormido que sueña y llora.


Nada me hiere donde yo habito;
mis daños, todos son de la orilla.
Aquí se esconde mi ronco grito
en el manojo de mi gavilla.

Ramos de espumas, leves corolas,
plantel de soles y de luceros;
para mí el baño de frescas olas
y la ardentía de los senderos.


Para mí todas las noches gayas;
para mí todos los océanos;
lejos de la tierra, lejos de las playas;
ningún anillo para mis manos.

No quiero engarces prometedores
con el mezquino polvo sediento,
donde el gusano vive en las flores
y la veleta gira en el viento.


Ninguna gracia de la ribera,
donde se miente lo que se jura;
es más benigna la mar señera;
es más piados la noche oscura…
--o0o--


Espero que hayáis disfrutado con este poema.
Sed felices.

Antonio 

No hay comentarios:

Publicar un comentario