Me gusta pasear por
Madrid y observar a sus gentes.
Me gusta mirar sus
escaparates y los edificios viejos y nuevos que forman la ciudad.
Me encanta encontrarme
con los reflejos que se producen en sus fachadas y huecos; observarlos
detenidamente, para asimilar las sensaciones que transmite la imagen reflejada.
Imágenes que podrían
ser el otro mundo, el mundo de los sueños perceptible en ciertos momentos en
los vidrios.
Las fotografías que
vais a ver hoy están realizadas en un tramo relativamente corto del Paseo de la
Castellana en Madrid y otro parecido de la calle Serrano.
No hay truco ninguno,
lo que la maquina ha fotografiado es lo que yo os coloco.
Las fotos son todas de
diciembre de 2011, momento en que los árboles madrileños habían perdido bastantes
hojas y permitían ver mejor las fachadas de los edificios.
Si queréis os voy
comentando una a una y así pasamos un rato.
Cíclopes.
Como enormes monstruos
escondidos en cada ventanal, unos ojos nos observan. Sus bocas selladas
permanecen cerradas bajo ellas. Unos ojos reflejan asombro y otros observan.
Las bocas parecen
querer abrirse para emitir un grito, cualquier grito por cualquier motivo, pero
están trabadas.
Los gigantes están mudos y atados y es imposible que lancen
enormes piedras contra los intrusos que caminamos al otro lado de los
cristales. Y no hace falta, pues bastantes piedras nos tiramos a nosotros
mismos sin la necesidad de cíclopes de vidrio, ladrillo y acero.
Madrid naif.
Cada vez que paso bajo
este singular edificio madrileño, me viene a la memoria un pequeño cuadro que
compré en un mercadillo en Marbella y que representaba de forma naif a Puerto
Banús.
Me pregunto si cuando
se diseñaron las torres de la Plaza de Castilla se tuvo en cuenta el dibujo
distorsionado, naif, que sus vidrios iban a producir en sus fachadas. Es una
visión completamente irreal del mundo en el que vivimos, pero es al fin y al
cabo la visión que tienen las torres de Madrid. Un Madrid que parece en la
imagen apretado, convulso, inhumano. ¿Tendrán razón las cristaleras de la
torre?
Tremola.
Miro en la distancia a
la entrada de un gran establecimiento. Delante de él una figura de una mujer
ataviada con ropajes arcaicos parece que
este temblando por causa del frio. Lo hace de tal manera que su imagen se
refleja por triplicado en los vidrios de la puerta.
¿Cómo es posible que
con el frio que hace en diciembre este inmóvil en la calle? ¿Por qué en vez de
permanecer quieta sobre su pedestal no se mete a calentarse un rato? Cada vez
que paso por delante de ella pienso en el frio que estará pasando o el calor en
los meses de verano. Quizá, aunque esté al otro lado del cristal, sería bueno
prestarle algo de ropa de abrigo moderna.
Dos instantes, dos imágenes.
Hay veces que un
instante o un paso pueden significar un mensaje distinto en los vidrios de una
fachada. Las dos imágenes que vais a ver a continuación están separadas por
escasamente cinco o seis metros y dos o
tres minutos.
La primera refleja un sueño que se está formando en el espacio tiempo. En los cristales de ese muro cortina van naciendo una serie de figuras y colores que se muestran en un parto de instantes.
La primera refleja un sueño que se está formando en el espacio tiempo. En los cristales de ese muro cortina van naciendo una serie de figuras y colores que se muestran en un parto de instantes.
La cámara lo ha captado así, de la forma que lo veis a continuación. Parece como si el pintor escultor de otra dimensión estuviese engarzando las figuras de su espacio tiempo.
Luego, dejando
discurrir el tiempo y el espacio de forma sincronizada y sin dejar de mirar la
fachada voy avanzando poco a poco por la acera, absorto lo que ante mis ojos
empieza a tomar forma, como si el artista del reflejo quisiera trasmitirme un
algo en una imagen irreal pero tan clara y precisa que me hace quedarme mirando
petrificado la fachada. Como si de un parto artístico se tratase la representación
va tomando forma.
Es una imagen
compuesta a base de multitud de imágenes
distintas que se conjugan en un rostro principal y en otros que hay que buscar por
los vidrios, pero que están ahí.
¿Me estoy volviendo
loco? Ando unos metros y el mensaje de
formas y colores va diluyéndose. Vuelvo a retroceder y de nuevo aparecen las imágenes.
¿Qué significa todo eso? No tengo ni la menor idea, pero está claro que en un
instante y un lugar determinados ha habido conexión entre el artista de la
vidriera y el absorto espectador que soy yo.
Dos lunas.
No, no habido un
seísmo; ni siquiera los edificios se han movido un milímetro, ni la maquina al
hacer la fotografía.
Es quizás el asombro
que se ha producido en la fachada cuando se ha dado cuenta que en ese momento
dos pequeñas lunas estaban orbitando a su alrededor. Ha querido mirarlas de tal
forma que ha distorsionado todo los demás. A mí no me extraña; si descubriese
yo dos lunas también orbitando mí alrededor
me quedaría pasmado, boquiabierto.
No me extraña que ante semejante aparición
los vidrios se hayan desenfocado. Así son las cosas en el mundo paralelo de los
reflejos. Unas simples lunas son capaces de hacer ver las cosas de otra forma
totalmente distinta. ¿Qué importancia tienen allí líneas rectas y paralelas en
todos los sentidos del espacio? Está clarísimo que ninguna.
Árboles.
¿Estoy fotografiando un
vidrio en el que se reflejan árboles y edificios? O los árboles ¿están por
delante de las fachadas reflejadas?
Es lo interesante de fotografiar
reflejos. Unas veces se ve claramente el reflejo y en otras no se sabe si estas
fotografiando la realidad o la duplicidad. ¿Puede ser este el caso?
Ahí queda para que cada
uno mire la fotografía y opine lo que mas conveniente crea para sí mismo. A
veces el mundo del reflejo es tan mentiroso como nosotros mismos y otras por el
contrario es de una sinceridad aplastante. ¿Sera por esto último que muchas
veces no nos gusta mirarnos al espejo?
Jardín.
Los árboles del paseo
han quedado atrás. Giro la vista y los veo reflejados en la cristalera como si
de una ilustración de un cuento infantil se tratase. Se han deformado como si
estuviesen enfadaos con la humanidad. ¿Será porque la contaminación los tiene
realizando un trabajo excesivo depurando los aires contaminados?
No lo sé, lo que está claro es que no están
animados. Claro que si observamos bien la foto parece que en cada vidrio de la
imagen se producen a la vez multitud de otras imágenes que no quiero, ni me
atrevo a interpretar.
Si estas fotos no
estuvieran en mi poder y no supiese que las había realizado yo, pensaría que mi
imaginación se estaba volviendo algo más loca de lo que ya pensaba que la tenía.
Pero, ¡ca! son los vidrios los que se han vuelto majaretas.
Arquitecto.
Algunos de los reflejos
me hacen pensar en lo que dirán los arquitectos de este mundo de los diseños
que presentan los arquitectos del otro lado. ¿Estarán de acuerdo con los
diseños reflejados? ¿Les gustaría a ellos realizarlos de tal forma?
Y a los arquitectos del
otro lado está claro que, a casi todos, no les gustan lo que diseñan los
nuestros, ya que no los copian a rajatabla.
Debe ser bastante
complicado construir la torre de un palacio en el aire o retorcer toda una
estructura como lo saben hacer en los vidrios. Seguramente más de una
arquitecto de nuestro lado se ha copiado de los diseños del otro lado para
realizar sus obras maestras.
¡Que belleza en esos
tubos retorcido y en ese palacete con sus paredes abombadas!
--o0o--
Aquí termina por ahora
esta visión de un Madrid que vive al otro lado del Madrid que vivo yo, tras
cualquier cristal, pero que nos hace compañía de muchas formas distintas todos
los días del año.
Sed felices, aunque os
tengáis que mirar en un espejo.
Antonio
No hay comentarios:
Publicar un comentario