Soñé con un beso.
Era de madrugada. El silencio en la sala del
hospital solo estaba roto por la monotonía del aire que salía por la rejilla de
la calefacción. En los pasillos, solo de vez en cuando, el quejido lastimero de
un enfermo mayor rompía el silencio; era un quejido monótono, repetitivo.
Mis ojos se abrieron ante la extraña sensación que
un beso se me estaba dado en la mejilla. Tenía la sensación de que una boca con
labios como pétalos me besaba.
¡No podía ser! ¡Estaba solo en la habitación! Pero
aquellos labios volvían a besarme de nuevo en un beso inocente, o no, que a mí me pareció lo más bonito del mundo.
Confundido encendí la luz pensando que estaba
viviendo una realidad querida y no un sueño.
El beso había sido perfectamente perceptible.
Pero la habitación seguía vacía. Solo yo ocupaba la
cama, nadie mas a mi alrededor.
¡Maldito sueño que me hubiera gustado que fuese
realidad! Unos labios abiertos me besaban en la mejilla… ¡Ay! ¡Qué desilusión!
Parece mentira las extrañas emociones que pueden
darse tras un beso. Solo un beso, un beso en sueños tan real que estoy deseando
volver a dormirme para comprobar de nuevo su existencia.
Un beso en la mejilla con un a boca entreabierta. No
era un beso de contacto, no, había algo mas en aquel beso.
Apague la luz. Solo la leve claridad de la luz de
emergencia perturbaba la noche.
Volví a dormirme.
Al despertar de nuevo estaba muchísimo mejor. En mi
mejilla aun notaba aquel beso.
¡Ojala alguna vez vuelva a sentirlo! Era tu beso.
Sed felices, lo demás no importa.
Antonio
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