Un domingo por la
mañana quedamos cuatro amigos a tomar café y churros en Colmenar Viejo. El café
y los churros preparan el ambiente. Vuelve a ser un encuentro que se produce de
vez en cuando.
Una Empusa pennata me da la espalda. Aun así sigue siendo espectacular.
Una Staehelina dubia presenta una floración algodonosa.
Una vez todos juntos, con los estómagos reconfortados y calientes,
partimos, hoy, hacia una cantera a unos diez o doce kilómetros del pueblo.
El camino para llegar,
una vez que dejas la carretera es bonito. Sigues y cruzas el antiguo Canal de
Isabel II bajo los acueductos que salvan los desniveles del terreno.
Una araña sin identificar toma el sol en una de las piedras de la cantera.
Al final del mismo, de
uno de sus ramales, paramos los coches.
Calzados con nuestras
botas y cargando con mochila y cámaras avanzamos hacia la cantera de piedra
caliza ya abandonada. Es un lugar de paredes bajas, con sus estratos muy
marcados en el que la piedra y las plantas luchan por ocupar cada una su
terreno y entre ellas, insectos y arácnidos
corretean y vuelan.
Era ya septiembre
mediado y el día muy caluroso.
Un par de mariposas
inquietas vuelan a nuestro alrededor, alguna araña, insectos pocos.
Pero mi forma de actuar
es mirar. Observar lo que a mí alrededor
vive. Y entonces decido que esta mañana iba a fotografiar lo que me rodeaba.
Los insectos, aquellas pequeñas arañas, alguna un poco mas grande, y las
plantas que habían conquistado la cantera; entre ellas tres o cuatro higueras.
Una de ellas tiene unos higos pequeños pero sabrosísimos, Me he tomado tres muy
dulces para desayunar.
Una pequeña Empusa, quizás
en su tercera muda, nos recibe de entrada. Pequeña me da la espalda y así la fotografío
en un primer momento. Y me doy cuenta de que quizá era la primera foto en la
que fotografío una completamente de espaldas a mí. Y aun así me parece fantástica.
Ha sido un día extraño.
Se mezclan sentimientos de tristeza con sensaciones de plenitud. Tan pronto me
llega el recuerdo de mi madre como reacciono con alegría ante un nuevo
descubrimiento a mí alrededor. Me viene bien la salida.
Hojas de la higuera iluminadas por el sol
La higuera es un
resguardo del calor. Realmente se ofrece como el único lugar donde poder refugiarte
de un sol que nos martillea sin cesar. Hace bastante calor.
Chinche sobre dos cardos secos que parecen soles.
Un cardillo; así lo llamo yo. Me parecen maravillosos.
La luz se filtra entre
unas hojas y otras haciendo verdaderos juegos de luces. Unas hojas oscuras y
otras resplandeciendo como si de grandes lámparas se tratase. Y acompaña ese
contraste de tonos y luces con un maravilloso aroma que endulza un poco el aire
salido que respiramos.
Los frutos secos de la retama. Alguno ha servido de morada a algún insecto.
Una preciosa Castianeira badia, corre retama hacia arriba en busca seguramente de su comida.
De vez en cuando una
mariposa que vuela sin dejarnos acercarnos. Encima de unos cardos que parecen
soles relucientes de un sistema binario, un astronauta, un chiche espera
tranquilamente que llegue su amada.
Una mariposa se posa en la higuera y abre sus alas. No dura ni tres segundos en la hoja y sigue volando.
Saliendo de entre un pedregal de pequeñas piedras amontonadas esta Daphne gnidium, recibe distintos nombres como: Torvisco, matapollos y matagallinas
Aquí y allá distintas plantas embellecen
las paredes, una matapollos enseña sus relucientes frutos rojos y aras de suelo
la Staehelina dubia hace compañía a los tomillos que inundan el suelo,
perfumando nuestros calzados. Entre una y otra una conversación, un apunte, una
risa, un recuerdo…
Uno de los insectos mas antiguos, el Lepismachilis estaba escondido en la roca
Con la fragancia de
aquella higuera, el calor entre las paredes de la cantera y las conversaciones con
mis amigos me vuelvo a casa. Ha sido una mañana estupenda. En el coche voy
acompañado por el recuerdo de las conversaciones, las imágenes de bichos y
plantas que he estado observando toda la mañana. El concierto para piano de Tchaikovsky
remata una mañana deliciosa…
Una achicoria amarilla endulza un poco el camino de vuelta hasta el coche.
La invitación de Julio
para salir al campo, me ha venido de maravilla.
--o0o--
Estas letras las escribí
el 16 de septiembre. No sé porque la entrada se quedo sin salir.
Sed felices
Antonio
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