viernes, 28 de septiembre de 2018

Paseando entre bichos y plantas con amigos


Un domingo por la mañana quedamos cuatro amigos a tomar café y churros en Colmenar Viejo. El café y los churros preparan el ambiente. Vuelve a ser un encuentro que se produce de vez en cuando.

 Una Empusa pennata me da la espalda. Aun así sigue siendo espectacular.


Una Staehelina dubia presenta una floración algodonosa.

Una vez todos juntos,  con los estómagos reconfortados y calientes, partimos, hoy, hacia una cantera a unos diez o doce kilómetros del pueblo.
El camino para llegar, una vez que dejas la carretera es bonito. Sigues y cruzas el antiguo Canal de Isabel II bajo los acueductos que salvan los desniveles del terreno.

Una araña sin identificar toma el sol en una de las piedras de la cantera.




Al final del mismo, de uno de sus ramales, paramos los coches.
Calzados con nuestras botas y cargando con mochila y cámaras avanzamos hacia la cantera de piedra caliza ya abandonada. Es un lugar de paredes bajas, con sus estratos muy marcados en el que la piedra y las plantas luchan por ocupar cada una su terreno y entre ellas,  insectos y arácnidos corretean y vuelan.
Era ya septiembre mediado y el día muy caluroso.
Un par de mariposas inquietas vuelan a nuestro alrededor, alguna araña, insectos pocos.
Pero mi forma de actuar es mirar. Observar  lo que a mí alrededor vive. Y entonces decido que esta mañana iba a fotografiar lo que me rodeaba. Los insectos, aquellas pequeñas arañas, alguna un poco mas grande, y las plantas que habían conquistado la cantera; entre ellas tres o cuatro higueras. Una de ellas tiene unos higos pequeños pero sabrosísimos, Me he tomado tres muy dulces para desayunar.
Una pequeña Empusa, quizás en su tercera muda, nos recibe de entrada. Pequeña me da la espalda y así la fotografío en un primer momento. Y me doy cuenta de que quizá era la primera foto en la que fotografío una completamente de espaldas a mí. Y aun así me parece fantástica.
Ha sido un día extraño. Se mezclan sentimientos de tristeza con sensaciones de plenitud. Tan pronto me llega el recuerdo de mi madre como reacciono con alegría ante un nuevo descubrimiento a mí alrededor. Me viene bien la salida.
Hojas de la higuera iluminadas por el sol

La higuera es un resguardo del calor. Realmente se ofrece como el único lugar donde poder refugiarte de un sol que nos martillea sin cesar. Hace bastante  calor.

 Chinche sobre dos cardos secos que parecen soles.


Un cardillo; así lo llamo yo. Me parecen maravillosos.

La luz se filtra entre unas hojas y otras haciendo verdaderos juegos de luces. Unas hojas oscuras y otras resplandeciendo como si de grandes lámparas se tratase. Y acompaña ese contraste de tonos y luces con un maravilloso aroma que endulza un poco el aire salido que respiramos.

 Los frutos secos de la retama. Alguno ha servido de morada a algún insecto.

Una preciosa Castianeira badia, corre retama hacia arriba en busca seguramente de su comida.

De vez en cuando una mariposa que vuela sin dejarnos acercarnos. Encima de unos cardos que parecen soles relucientes de un sistema binario, un astronauta, un chiche espera tranquilamente que llegue su amada. 

Una mariposa se posa en la higuera y abre sus alas. No dura ni tres segundos en la hoja y sigue volando.


Saliendo de entre un pedregal de pequeñas piedras amontonadas esta Daphne gnidium, recibe distintos nombres como: Torvisco, matapollos y matagallinas

Aquí y allá distintas plantas embellecen las paredes, una matapollos enseña sus relucientes frutos rojos y aras de suelo la Staehelina dubia hace compañía a los tomillos que inundan el suelo, perfumando nuestros calzados. Entre una y otra una conversación, un apunte, una risa, un recuerdo…

Uno de los insectos mas antiguos, el Lepismachilis estaba escondido en la roca

Con la fragancia de aquella higuera, el calor entre las paredes de la cantera y las conversaciones con mis amigos me vuelvo a casa. Ha sido una mañana estupenda. En el coche voy acompañado por el recuerdo de las conversaciones, las imágenes de bichos y plantas que he estado observando toda la mañana. El concierto para piano de Tchaikovsky remata una mañana deliciosa…

Una achicoria amarilla endulza un poco el camino de vuelta hasta el coche.

La invitación de Julio para salir al campo, me ha venido de maravilla.
--o0o--

Estas letras las escribí el 16 de septiembre. No sé porque la entrada se quedo sin salir.
Sed felices
Antonio

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