Me encanta fotografiar
los edificios modernos.
No tienen los detalles
arquitectónicos del romanticismo, modernismo y postmodernismo, pero sus
estructuras suelen conducirnos hacia el cielo de manera sistemática por su
altura y esbeltez.
Ayer, muchos lo sabéis
porque os dila lata con mis fotos, me baje andando desde Cuzco hasta el Café Gijón.
Iba solo,
tranquilamente andando y pensando. Las cámaras fotográficas arrinconadas en
casa, pero como no puedo dejar de hacer fotos utilice mi teléfono que no es demasiado
bueno, pero lo importante era dejar algo de perspectiva fotográfica.
Con sus 120 metros aproximadamente
de altura, el edifico Europa o Torre Europa, es uno de los más alto de la
capital de la España.
Diseñado por el
arquitecto Miguel Oriol e Ybarra, muestra una elegancia exquisita; te obliga a
mirarle y a mirar hacia arriba.
Me encanta ver esos
nervios que crecen paralelos hacia el cielo, aunque las perspectivas darnla
sensación que van a juntarse en un punto no muy lejano.
Me encanta mirar entre
esos nervios y observar como la luz
natural y la artificial conviven juntas en un atardecer cálido de noviembre.
Pero hay algo que me
llama poderosamente la atención que seguramente pasa desapercibido para la
mayoría de los viandantes: su reloj.
Los nervios se abren
para abrazarlo y dejarle espacio.
¿Alguien saca el suyo y
lo campara con ese otro colgado?
Hoy estamos
acostumbrados a mirar el reloj de muñeca o el que la pantalla del teléfono nos
muestra.
Ese reloj que marca las
horas sin campanadas, en solitario.
A mi personalmente me
gusta, pero me entristece el verlo solo colgando de la hermosa fachada.
Y sin quererlo, el
reloj me acerca a toda esa cantidad ingente de pobre gente que duerme debajo de
los soportales del centro empresarial, alrededor de las altas torres.
Pobre gente, colgados
de las fachadas de las personas sin una mirada, como el reloj de allí arriba.
Me pregunto muchas
veces ¿Por qué la Naturaleza nos hace tan diferentes a unos de otros? ¿Por qué
tu eres mas inteligente y agraciado que yo? ¿Por qué mas rico?
Miro de nuevo al reloj
y me doy cuenta de que llego tarde a mi cita con un gran hombre en el café
Gijón. Y dejo de pensar: ¡Que fácil lo tengo!
Para todos nosotros es
fácil dejar de pensar y olvidarnos de las penas de los demás.
¡Y quiero ganarme el
Cielo!
Sed felices
Antonio
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