Una tarde silenciosa. Es martes y en la presa no hay pescadores. Allá al fondo un par de perros con sus dueños aprovechan los últimos rayos del sol y se bañan.
Las luces de la tarde cada vez son más cálidas. Los tonos cambian por momentos y según la zona que atravieses pasas casi de una luz cegadora que llega de frente a una sombra que poco a poco se oscurece y se larga mas.
He salido en busca de insectos específicos y no he visto ninguno. Hay que aprovechar la calidad de la luz para fotografiar el mundo vegetal que se coloca a nuestro alcance invitándonos a verlo, sentirlo, conocerlo.
Y mis ojos se empapan de sentimientos distintos según llego a un recodo o a otro.
Una planta resplandece con los rayos que sobre ella caen oblicuamente. Su flor compuesta brilla. Es el aviso de que la tarde se está acabando.
Encapsuladas las flores están esperando que les llegue el momento para salir a la luz y a parte de encandilarnos con su belleza realizar la misión para la que han sido creadas.
Las semillas de esta especie de margarita, creo que es la planta de la Zygaena, están esperando un soplo de viento para salir volando a buscar un lugar donde germinar y crear nuevas plantas.
Los rayos de sol que se cuelan entre los fresnos, iluminan las espigas de estas gramíneas con tonalidades dispares.
Mas capsulas y mas flores. Y no cansan. Las perspectivas de unas y de otras, las mires desde arriba o desde abajo hacen a cada planta distinta. Parecen cestos de engendrar flores que abrirán sus tapas en cualquier momento para que se desparrame el contenido.
En el pasadizo que se forma entre las gramíneas, seguramente porque los conejos y zorros pasaran por ahí durante la noche, aprovechan los rayos de luz para colarse también, como si fueran el centro de todo ¿Y no lo son?
Flores de cardo, con sus alfileres defensivos coronándolas. Maravillosos elementos de la naturaleza de los que pasamos olímpicamente, sin fijarnos en su belleza.
Otras fundas de gramíneas iluminadas a tramos por los últimos rayos del sol, unas en sombra otras como banderolas de señales.
Y al final, cuando en el resto de la orilla las sombras son dueñas y señoras de todo, estas hierbas reciben los rayos de sol que se cuelan desde las alturas del collado de La Cierva para derramarse sobre ellas.
Feliz tarde a todos, espero que encontréis los tonos entre luces y sombras que os hagan felices.
Antonio
Magníficas fotografías, de un gusto exquisito, Antonio. Gracias por compartirlas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Rafael Rodriguez
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