Esta mañana cuando he salido al jardín con el café con leche en la mano, llevaba un ligero forro polar encima pues la temperatura a esas horas, las 7,30 de la mañana, rondaba los seis grados en este 20 de julio de 2014. Seis grados y yo en pijama y andando por el jardín.
Me he acercado a la lavanda para haceros la foto de saludo de los buenos días y cuál ha sido mi sorpresa cuando he visto a una abeja que parecía estar levitando, como ausente, en una de las flores de esta hermosa planta.
Me he acercado pensando que quizás una araña estaba en las inmediaciones, temeroso de encontrármela dando buena cuenta del desayuno, pero no, allí no había ataña de ningún tipo.
Y entonces he caído: la abeja se había quedado entumecida con los fríos de ayer tarde y de esta mañana y de alguna forma estaba aletargada.
La he fotografiado durante mucho rato; he empezado sobre las ocho de la mañana y he terminado sobre las dos de la tarde momento en que la temperatura ha empezado a subir y la señora ha decidido marcharse, después de comer afanosamente de las flores de la lavanda.
Os dejo con ella.
Pensé que le había mordido una araña
Esta cogida a la flor por sus patas delanteras y la boca
Han pasado dos horas y la temperatura sube algo. Estira una pata
Abre sus patas como si estuviese haciendo ejercicios gimnásticos
Pero no: vuelve a su posición inicial y a dormir de nuevo, hace frío aun.
Son casi las dos de la tarde. La temperatura ronda los 17º. Se despereza y comienza a comer.
No piensa en otra cosa que no sea comer. Debe haber pasado frío con ganas
Es la ultima foto que me deja hacerle. Parece que me mira y me dice que soy un pesado. Vuela y se va.
Es la sencilla historia que he podido vivir en la lavanda de casa. A este paso tendré que fijarme muy mucho en ella todas las mañanas.
Sed felices.
Antonio
Cercano y provechoso "aturdimiento" de la abeja, Dicen que "así se las ponían a Felipe II y decía que lo engañaban". Un abrazo, Antonio
ResponderEliminarFabuloso, GRACIAS!
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