¡Silencio!
Solo esta a mi alrededor el bosque y su silencio.
Escucho el ruido del aire entre los pinos y el ruido de mis pisadas sobre las puntiagudas agujas de la pinaza.
Siento el aroma que desprende la jara en estos últimos días de calor. En lo alto se oye el chillido del aguilucho que solicita comida a sus mayores en uno de sus primeros vuelos fuera del nido.
Una nube blanca, con ciertos tonos grises, pasa lentamente por un cielo solitario; me recuerda la cabeza de un insecto.
El arroyo casi ni habla. El pequeño salto que está un poco más arriba de su desembocadura parece querer unirse al silencio del bosque. No corre el arroyo, gotea.
Una mariposa preciosa revolotea por sus orillas buscando las pequeñas flores que nacen al amparo de la humedad.
Una cama de césped me invita a tumbarme un rato a contemplar los lentos movimientos que en las ramas de los pinos produce el viento y escuchar sus sonidos.
Miro al cielo. La nube ya se ha alejado. Al aguilucho no lo oigo lastimosamente pedir comida. La mariposa se debe haber posado en alguna florecilla grande donde poder libar un buen rato.
Estoy solo en la eternidad del bosque. Gigantes más grandes que los del Quijote me miran desde cualquier ángulo por mucho que desplace mi vista. Pero no van armados. Al contrario, acogen en sus enormes brazos a pequeños y descarados petirrojos que cantan con su chasquido eléctrico.
Una enorme urraca parece mirarme a los ojos, ¿mirarme a los ojos? Solo se de alguien que de vez en cuando me mira a los ojos y a escondidas.
De repente, con el suave murmullo de la brisa una imagen me viene a la cabeza y un sonido familiar: es tu voz.
¡Me levanto de un salto entusiasmado! ¡Te veo llegar! Me abrazas, un beso ligero se escapa de tus labios, y sonrojada pero feliz, me miras.
Si, sonríes. Pero te vas, sigues tu camino.
Desesperado intento seguirte y no puedo. ¡Me angustio y chillo! Estoy atrapado en la cama de cesped. Te despides con un ademán y me miras furtivamente a los ojos, como siempre…furtivamente...
Suena el teléfono y me despierto súbitamente de un maravilloso sueño. Miro a mí alrededor.
El bosque está ahí, y el aguilucho,y la urraca, y el petirrojo e incluso la suave canción del aire entre las ramas de los pinos.
Y tu ¿donde estas?
Me has dejado; te has marchado de mi maravilloso sueño y de mi.
--o0o--
Sed felices.
Antonio
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