Querido seguidor: esta carta está dirigida a una persona, pero no te importe leerla.
Querida Soledad, aunque no sé si debería llamarte querida Pena:
Madrid, 19 de octubre, 2015
Querida Soledad, aunque no sé si debería llamarte querida Pena:
hace días que no mantenemos una conversación o mejor dicho hace días que no mantengo contigo un monólogo. Y la verdad, no es que yo no quiera, válgame Dios, si no que las circunstancias así lo han querido. Pero decidido a hablar, cosa que hago con el mayor cariño del mundo, quiero comentarte cosas que pasan por mi cabeza de personas que como tú, Soledad o Pena, viven encerradas en un mundo suyo, unas veces real y otras imaginado a su conveniencia.
No, no creas que escribo frio, demoledor o sarcástico, no. Todo mi empeño, Soledad, está en hacerte comprender que, cuando se está mal acompañada, puede llegarse sufrir una soledad terrible que hace ver el mundo que te rodea distorsionado. Las compañías que solo sirven para machacar, para crear más vileza, no son tal, sino terribles engendros que de la debilidad de los demás se aprovechan para conseguir un dominio psicológico en su propio beneficio. Y tú por desgracia, querida Soledad, querida Pena, llevas demasiado tiempo bajo ese influjo sin que yo pueda hacer nada en absoluto. Cuando he querido hacerlo, era demasiado tarde.
Reír o llorar, alegrías o penas, vida o muerte son todas ellas una parte de nuestra existencia que hay que saber compaginar sin mortificar. No se puede escribir la historia a conveniencia de cada uno, explicando lo que sucede a tu alrededor desde un solo punto de vista. No se puede pretender que al causar una reyerta uno siga indemne, completamente ajeno a lo que sucede a su alrededor. No, porque cuando uno tras otros esos actos se van repitiendo, se llega a provocar el enfado de los demás de tal manera que es fácil que estallen y que como mínimo quedes relegada al ostracismo, a estar separada de una sociedad que puede ser que perdone pero que por desgracia nunca suele olvidar.
Querida Soledad, querida Pena, cada uno es dueño de sus actos, o por lo menos debe intertarlo. Cuando se provoca y se sigue provocando ante la impasibilidad de los demás hay que esperar el estallido, la explosión que tarde o temprano se producirá, y tu, mi querida Pena, mi querida Soledad, estarás, si es que no lo estas ya, en el centro de esa explosión de ira y furor que provocan las interpretaciones personales, llevadas en una sola dirección, de frases cambiadas de contexto.
A veces pienso que tus celos, escondidos, Soledad, son producto de tu reducto, de tu enclaustramiento en ese convento de puertas cerradas, separada de la realidad del mundo en el que te mueves. Si por mi fuere, y lo sabes bien, te hubiera levantado un altar en el mismo para que observases la belleza de todo lo que te rodea. Pero no puedo hacerlo, no porque no quiera, sino porque tú misma te hundes cada vez más en esa celda fría y estrecha con un solo camastro, el camastro del egoísmo, el catre de la vileza, y en la mesilla, junto a ti, el demonio que daña a los demás.
Cada uno escoge su camino, Soledad. Cada uno debe hacerlo. Lo que cada uno no puede hacer es elegir el camino llenando de trampas y zanjas el camino de los demás. Y tú, mi queridísima Pena o Soledad, tienes a tu lado a un experto picador o barrenador en poner mentiras y engaños a tu alrededor, comotu misma, y tu caes en su trampa; te gusta que te diga que eres tu la única con la verdad en el mundo, te gusta que te mienta y tu creerle. Y tú, y ese es tu gran problema, dejas y consientes que te sigan aplastando, denigrándote, mintiéndote, ajándote, atacando a los demás y destruyendo a tu alrededor.
La vejez, amada Soledad, está aquí al lado. Cuando llegue será tarde para reaccionar. El cariño puede nacer en un instante, pero el amor lo matan infinidad de instantes desagradables. Y tú, y no hace falta más que ver cómo te tratan y te humillan, has elegido estar ahí, en el barro, en la soledad más absoluta, en la soledad de los que se quedan sin nadie...
Brotes de Spiraea japonica
Ese camino, querida amiga, ya no es valido. Y no te puedes imaginar lo mal que me sabe imaginar "tú" vejez en soledad, en pena, rodeada por los recuerdos irrecuperables, por las miradas perdidas, por los instantes tirados, por los besos no dados. Y todo ello arrojado a la basura por ti y por los que te abrazan como medusas salidas del Averno.
Seguramente, la siguiente vez que no veamos nos miraremos a los ojos, pero no sé si serás capaz de saber leer en los míos mis sentimientos, quizás sea ya demasiado tarde el que sanes.
Lagrimas en las flores de Polygala myrtifolia
Querida Soledad, querida Pena, intenta ser feliz sin hacer daño. Que las lágrimas no corran por tu causa.
Deja vivir la verdad de cada uno a su manera, no la inventes tú. Mientras tanto, intenta ser feliz.
Deja vivir la verdad de cada uno a su manera, no la inventes tú. Mientras tanto, intenta ser feliz.
Te quiere, o quizás más, Antonio
No hay comentarios:
Publicar un comentario