miércoles, 24 de febrero de 2016

Flores con poesía CCLXX: El exilio

Nace nuestro poeta en Madrid, en aquellos difíciles años de final del siglo diecinueve, concretamente en mil ochocientos noventa.
Estudia en Toledo inicialmente el Bachillerato y lo termina en Madrid, dejando ahí sus estudios.



Desde muy pronto comienza a trabajar como periodista y lo hacen periódicos como El Parlamentario, La Acción, El Mentidero, Informaciones y La Hoja del Lunes.
Si se le pregunta a la gente sobre Francisco Ramos de Castro, casi todo el mundo comentará que era un gran comediógrafo y, pocos, comentarán su faceta de poeta.
Al teatro le dio mas de cien obras, entre lasque destacan títulos como La maté porque era mía, Pare Ud. la jaca amigo, y un sinfín mas de ellas.
En la zarzuela se le conoce fundamentalmente por haber escrito el libreto de La del manojo de rosas.
Pero Francisco Ramos de Castro es también un lirico impresionante, con un humor y una profundidad increíble en su poesía. Otra de sus características es adaptar su obra a cualquier tipo de métrica clásica, dominando prácticamente todo el repertorio, y haciendo a la vez una poesía fácil, profunda y satírica.
Obras de Francisco Ramos en poesía podríamos citar: Tu calle ya no es tu calle (para mi impresionante), La canción del vago, Cuando el teatro se queda solo…


Murió en Madrid en mil novecientos sesenta y tres.
Os he elegido para hoy tres composiciones escritas en undécimas, criticas, con humor y satíricas que espero que os gusten.


TRES UNDECIMAS TITULADAS:

NUEVA ACEPCIÓN

Casó Emilio con Jacinta
y, a poco de la coyunda,
le dio tan bárbara tunda
que la dejo medio extinta.
Tales cosas hizo el pinta
a su esposa, que fue Emilio
echado del domicilio,
de donde salió por pies
sin dejar ni un utensilio…
Y anda diciendo que es
¡“un esposo en el exilio”!
---


El cajero Atilio Ollero
robó una tárdela caja
y luego salió de naja,
marchándose al extranjero.
Se le termino el dinero
en un vergonzoso idilio.
Y el sinvergüenza de Atilio,
doliente como un ciprés,
ahora solicita auxilio
diciendo a todos que es
¡“un cajero en el exilio”!
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¿El exilio? ¡Guarda, Pablo!
Ceñudamente recuso,
podrido por el abuso,
el sentido del vocablo.
¡Y que se lo lleve el diablo
con la acepción peregrina
que en la moderna doctrina
tiene! Y, en cambio, me afilio,
con fervor, a aquel que opina
que, a veces, decir exilio
es como decir letrina.
--o0o--


Espero que os hayan gustado estas tres undécimas.
Sed felices.

Antonio 

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