miércoles, 27 de abril de 2016

Viaje al recuerdo en un ocaso de abril.-

Cuando era un crío, lo recuerdo perfectamente, iba de pie, en el SEAT 1400B que tenía mi padre, en los viajes y siempre preguntaba cosas de los lugares por donde pasábamos.


Al principio las carreteras tenían adoquines y unos grandes árboles pintados de blanco para que se vieran de noche; con el tiempo fueron desapareciendo ambos y los sustituyó el asfalto, las medianas y unos carteles que te iban indicando los accidentes geográficos por donde pasabas.


No teníamos en los coches, como los niños de ahora, pantallas de televisión para distraernos y la forma de hacerlo era observando el paisaje que corría a nuestro alrededor. Y mis padres aprovecharon aquella coyuntura para enseñarnos a mirar el espacio que nos rodeaba.


Montes y montañas, pinares recién plantados de aquellos planes de reforestación, ríos y sus afluentes y el cielo con sus aves y sus nubes eran el entretenimiento de aquellos viajes que ahora se hacen en cinco o seis horas y entonces se tardaba casi doce si es que todo iba bien.


Y de aquellas enseñanzas de lo que a mi alrededor bullía, ha salido mi afición por fotografiar todo lo que  existe a nuestro costado, y, como no, las puestas de sol de Madrid que son increíbles, como esta que os coloco hoy.


Mi padre murió siendo yo un crío, pero cada vez que veo cosas como esta me da la sensación de que lo tengo al lado.


Muchas tardes se repiten estos bellos momentos. Unos son más espectaculares que otros, pero a mí me gusta vivir el de la tarde que consigo verlo como si fuese el mejor ocaso de mi vida.
Espero que os hayan gustado estas fotos. 
Hechas en Villanueva del Pardillo, hoy 26 de abril de 2016
Sed felices.

Antonio 

No hay comentarios:

Publicar un comentario