Esta mariposa es una Polygonia C album. Fijaros en la que hay mas adelante
Son las once de la
mañana.
José Moli y yo hemos llegado
al silencioso pinar, que está al otro lado de la Sierra del Guadarrama, atravesado por un arroyo,que luego será el río Gudillos.
El pinar y el río Gudillos
Es el típico bosque de
pinos en cara norte de la sierra. Espacioso, con claros donde la ausencia de
árboles es aprovechada por cardos y zarzas sobre hierba fresca. Los helechos, bajo el pinar crecen
verdes y sanos.
Una de las grandes del país, la Issoria lathonia
La calma es increíble.
El sonido solo es roto por un picapinos
que de vez en cuando deja oír su canto y su martilleo sobre algún tronco en
busca de larvas; en cierto momento un aguilucho lanza su gemido pidiendo comida
a sus progenitores.
Una maravillosa Pyronia tithonu liba tranquilamente en el cardo sin importarle mi presencia
Esa calma que presenta
el bosque es solo aparente, la vida bulle alrededor de cada mata, de cada árbol,
en cada pradera...
A nuestro alrededor
todo son movimientos espasmódicos de saltamontes, mariposas y libélulas que
alzan el vuelo cuando nos acercamos a ellos descuidadamente. En los arboles los
petirrojos y mirlos nos miran desde una prudencial distancia.
La Melanargia lachesis, de tamaño medio, reposa y se calienta sobre los helechos
Pocas especies
distintas de mariposas, más de las que aquí os coloco, pero compensado todo
ello por la cantidad de individuos que te permiten acercarte a fotografiarlos
mientras liban.
Polygonia C albumes para mi una de las mas bellas mariposas por la forma de sus alas y su color. Apreciar la C blanca en su ala posterior.
Incluso las grandes libélulas,
vienen a reposar a escasos pasos de donde nos encontramos y aprovechamos para
fotografiarlas,
Se respira paz en mitad
del bosque.
Hay tranquilidad
absoluta; es un remanso de paz, un islote que te separa del mundo de las prisas
y las angustias; aquí la prisa es la que
queramos poner nosotros.
Una grande y preciosa libélula Coldulegaster boltoni
Hasta las mariposas
vuelan sin hacer ruido. Solo el picapinos sigue inmutable con su canto, pero
sin dejarse ver.
El aire se ha enamorado del pinar y ha detenido su andadura.
No se mueve ni una hoja de los helechos.
El silencio solo lo
rompemos nosotros con nuestra conversación y los disparos de las maquinas de
fotografiar.
Lycaena virgaureae, no muy grande pero muy bonita con su color anaranjado
José es un compañero de
ruta versado en todo lo que nos rodea. Le escucho. Aprendo, aunque mi memoria
no retenga nombres, por lo menos no me suenan a raro al volver a escucharlos.
Hablamos de muchas cosas. El bosque trasmite su encanto incluso a las
conversaciones.
Una nocturna pernoctando encima de un cardo;Euplagia quadripuctaria. Preciosa así y cuando abre las alas.
Las mariposas le ponen
el ritmo al tiempo. Es un ballet que interpreta una maravillosa danza de la
vida. Su afán, libar para coger fuerza de cara a los apareamientos que han de llegar
en pocos días. Las grandes, danzan en vuelos con pocos movimientos de sus alas;
las pequeñas, mas inquietas, colocan el contrapunto con movimientos rápidos y
evasivos.
Una Issoria lathonia libando sobre cardo
No me extraña que las
mariposas estén aquí viviendo. Yo me vendría también, pero no me dejan.
Me
imagino una cabaña en mitad del bosque, hecha de troncos, en las noches de invierno,
escuchando la berrea y al jabalí hocicando por los alrededores, mientras un pequeño
fuego crepita en la chimenea y un libro duerme conmigo entre mis manos.
Una mariposa de la col. Existen tres familias distintas. Esta es una Pieris napi creo por la forma de su mancha en el extremo del ala.
Soñar es fácil. Más difícil
es cumplir el sueño.
Pasan los minutos más rápidos
de lo que yo quisiera.
De repente nos estamos
dando la vuelta pues hay que regresar a casa. ¡Como pasa el tiempo!
Otra maravilla de tamaño medio-pequeño. Se trata de la Coenonympha arcania. Fijaros en esos tres ocelos en su ala tras la mancha blanca.
Ahora, cuando escribo
estas líneas, cuando revivo la experiencia de hace dos días, me da la sensación
que sigo paseando por el bosque, estoy andando otra vez sobre
las blandas hierbas de los prados.
Creo que estaba soñando
mientras escribía… No lo sé, realidad o sueño, el valle de las mariposas estará
guardado en un rinconcito de mi mente, para disfrutar durante los meses de
invierno junto al fuego de mi cabaña.
Una Iphiclides podalirius, una de las mas grandes mariposas de la Península.
--o0o--
Sed felices.
Antonio
Precioso repaso a la sierra, enhorabuena Antonio.
ResponderEliminarMuchas gracias por lo de versado... podías poner más bien charlatán.
ResponderEliminarComo siempre sacando el verbo de la nada. Un placer leerte.