Voy caminando por
caminos y sendas que huelen a tierra seca, a polvo.
En sus cunetas, las
hierbas más secas aun que la propia tierra comienzan su declive final.
Solo de vez en cuando
una achicoria violeta o amarilla iluminan con su color el paisaje.
El resto es una sucesiva
comunión de contrastes amarillentos de semillas tostadas por el sol implacable.
Miro a estas y pienso
cuan breve es su existencia. Luego medito y me doy cuenta que estoy
presenciando la vida y la muerte al unísono.
Cada semilla es el
comienzo de una nueva posible vida vegetal, el esperma que acariciara a la
tierra para hacer brotar una nueva planta.
Hoy he dejado los
colores y me he pasado a las tonalidades del blanco y negro. He revivido por un
rato aquellos tiempos de revelado en el cuarto oscuro.
¡Como pasa el tiempo!
Nuestro tiempo es como el de las semillas. En nuestros relojes respecto a la
eternidad somos otro instante.
¡Si! Como pasa. Miro
hacia atrás y me asusta la cantidad de instantes que han quedado sumidos en el
bendito sueño del olvido.
Otros por el contrario permanecen aun jóvenes como si
los hubiese vivido hoy.
Ya no tenemos la
costumbre de ver en tonos grises. Quizá por eso he querido colocar estas fotografías
así, quizás porque ahora estoy pasando un momento gris.
Sed felices.
Antonio
Me encanta!
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