Nace nuestro poeta en
Jerez de la Frontera en mil novecientos veintiséis.
Estudia en los
Marianista de su ciudad natal hasta terminar el bachillerato.
José Manuel Caballero
Bonald estudia artes de navegación y posteriormente en la Universidad de
Sevilla realiza la carrera de Filosofía y Letras.
Comienza desatancando rápidamente
en el mundo de las letras y a los veinticuatro años de edad recibe el premio
Platero de poesía por su obra Mendigo.
Antifranquista, será
encarcelado en varias ocasiones.
Entre otros premios
recibirá el Reina Sofía de poesía y el máximo galardón de las letras españolas:
El Cervantes.
Considerado de la Generación
del 50 junto con José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biezma
y José Ángel Valente.
Ensayista y novelista,
pero fundamentalmente José Manuel Caballero Bonald es ante todo poeta. Si un
poeta de la época de los ismos, es decir a los movimientos literarios de las subversiones,
reacciones y retornos.
Sus obras de poesía
editadas son muchas y entre ellas destacamos Las adivinaciones, Memorias de
poco tiempo, Vivir para contarlo, Tiempo de Guerras perdidas y Manual de
infractores entre otras tantas obras.
Os he colocado un poema
que me ha hecho pensar bastante. Espero que os guste.
CENIZA
SON MIS LABIOS
En
su oscuro principio, desde
su
alucinante estirpe, cifra inicial de Dios,
alguien,
el hombre, espera.
Turbador
sueño yergue
su
noticia opresora ante la nada
original
de la que el ser es hecho, ante
su
herencia de combate, dando vida
a
secretos cegados,
a
recónditos signos que aun callaban
y
pugnan ya desde un recuerdo hondísimo
para
emerger hacia canciones,
puro
dolor atónito de un labio, el elegido
que
en cenizas transforma
la
interior llama viva del humanos.
Quizá
solo para luchar acecha,
permanece
dormido o silencioso
llorando,
besando en terso parpado rosa,
el
pecho triste de la muchacha amada;
quizá
solo aguarda combatir
contra
esa mansa lágrima que es letra del amor,
aquella
luz aniquiladora
que
dentro de él ya duerme con su nombre: belleza.
Allá
en el pobre labio
todo
lo más hermoso conocido asume,
pronuncia
apenas con mortal anuncio,
unitivo
rescoldo de su viviente brasa.
En
tanto el hombre lucha, existe,
traduce
la armonía total,
late
en la ardida llaga que es su verbo,
fundiéndose
en el llanto donde habitan
su
linaje, su origen, su canoro
destino
de buscador de Dios,
de
elegido que espera
ahora,
todavía,
encender
la ceniza de sus labios.
Nada más por hoy.
Sed felices.
Antonio
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