Hace unos días “El
Rincón de Mefistófeles” coloco un interesante artículo de “Ciencia de sofá” en
el que se exponía si el Universo que vemos todas las noches es finito o
infinito.
Nubes sobre el Guadarrama.
Os aconsejo que leáis
dicho artículo que aparte de llevaros hasta los límites conocidos, y posibles
de ver, os hará reflexionar sobre la grandeza del mundo en el que estamos
colocados a bordo de una maravillosa nave que se llama Tierra.
Espina dorsal de Abantos nevada el 30 de abril de 2018
Y en esta nave existen
universos increíbles que la mayoría de nosotros desconocemos, que estando a
nuestro alrededor nos pasan desapercibidos. El primero de ellos el propio
Universo en el que vivimos pues, cada vez más, las noches con las iluminaciones
de las grandes urbes y las tecnologías en la mano nos impiden mirarlo y comprender
la belleza y la magnitud de lo que debía ser observado por todos todos los
días.
Presa de La Jarosa, llena a rebosar. 1 de mayo de 2018
Pero tampoco miramos a
nuestro alrededor, ni siquiera al terreno que pisamos donde infinidad de
distintos universos giran unos alrededor de otros, complementándose y, por lo
general, destruidos por el hombre debido a su ignorancia.
Cada día que salgo al
campo me doy cuenta de lo poco que personalmente se de esos pequeños y
maravillosos Universos que nos rodean: el de las plantas, el de los animales
grandes y pequeños, e incluso el propio de los minerales; todos ellos
conjugados con los fenómenos propios de la Naturaleza están esperando que los
descubramos, los admiremos y los protejamos.
La Jarosa.
Solo hay que coger un
día una ruta campestre, da igual el lugar, y elegir dentro de ella varios
universos de un metro cuadrado y comenzar a mirar. Si, en un metro cuadrado
puede darse el caso de que exista una cantidad de vida inimaginable para
muchos.
Ruiseñor que cantaba como un loco ayer 1 de mayo de 2018 en La Jarosa.
Si observas un tapiz de
hierbas desde tu altura solo veras tonos verdes salpicados de florecillas de
todos los colores. Pero si pones los ojos en cerca del suelo comenzaras a ver
entre ellas insectos y arácnidos que pululan por allí.
Margaritas en los prado de Guadarrama.
Si subes por los
troncos de las plantas y por su ramas, contemplaras infinidad de seres vivos que
comparten habitas comunes en una lucha por la supervivencia en donde unos es
posible que se coman a otros en la conocida cadena trófica de la vida.
Gasteruption hastator sobre una ramita donde dormir.
Pero en esos pequeños
mundos de un metro cuadrado hay una regla básica, común en toda la Naturaleza
que conocemos y que se repite, salvo raras ocasiones, y no es otra que vivir
sin destrozar y manteniendo el cuidado del mundo que les rodea. ¿Lo hacemos
nosotros? No.
Intentar descubrir los
universos que tenemos a nuestro alrededor; intentar acercaros a ellos aunque os
tengáis que tirar al suelo para observaros. Yo lo hago muchas veces cuando voy
al campo y, en cada nueva ocasión, descubro algo infinitamente mucho más
pequeño que yo, que hace más grande el universo Tierra en el que vivo.
Antocharis cardamines aterida de frío ayer 1 de mayo de 2018 en subida a Abantos
Buscad un metro
cuadrado de tierra y observadlo durante varios momentos distintos: descubriréis
y os ayudará a descubriros a vosotros como si de un enorme libro de texto se
tratase, una escuela maravillosa donde el catedrático es el propio mundo que te
rodea y tú el alumno que vas aprendiendo la asignatura de la vida que compartes con otros.
Y normalmente gusta; luego vienen los cursos donde te vas especializando en su
conocimiento y en el propio conocimiento día a día. Porque aprender a conocer
los Universos terrestres nos enseña también a conocer el propio universo de
nuestro Yo, a veces demasiado dejado y olvidado.
Aculepeira armida esperando una presa pacientemente
Cuando tenía unos cinco
o seis años, mi abuelo me enseño por primera vez como se producían las noches y
los días con la lámpara de su mesilla de noche y una pequeña bola del mundo metálica.
Pequeña abeja sobre la flor de la rúcula.
En el campo, en la
provincia de Tarragona, aprendí con él, y sus prismáticos, a mirar el cielo y su
distribución en distintas constelaciones y con ello me introdujo en el conocimiento del mundo, de su
enormidad y su belleza. Aquellas primeras lecciones me han llevado hasta los
universos terrestres que empiezo a conocer unas décadas después.
Puesta de sol en la provincia de Madrid.
Reflexionar; vale la
pena agacharse, mirar, observar, aprender y reflexionar. Tenemos un mundo
fantásticamente maravilloso que nos rodea. No lo destruyamos. También vale la
pena salir de la ciudad de noche, buscar un lugar apartado y mirar al cielo: volveréis a descubrir un espacio maravillosos compuesto de infinidad de mundos.
Luna llena del 3 de diciembre de 2017.
Sed felices.
Antonio
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