Hay veces que la vida
cambia el curso de las cosas. Un pequeño golpe puede dar al traste con un
acontecimiento importante al que debías asistir y a la vez proporcionarte la
oportunidad de realizar otras cosas que no tenías previstas. Y eso me paso el
viernes pasado y por aquello de que no hay mal que…
Pues me fui a última
hora a dar una vuelta por el campo con mí máquina de fotografiar y aprovechando
la luz del ocaso hice estas fotos que os coloco a continuación.
Había unos rosales
junto a un parque de niños y allí fotografié esta rosa con el último rayo de
sol.
Luego llegaron las
luces y las sombras del ocaso y en esos instantes mi maquina y yo veíamos lo
mismo y ella cumplía mis órdenes que eran mas bien deseos.
Y de las simples
hierbas que vemos todos los días pero no nos fijamos en ellas salieron estas
fotos. No hace falta una rosaleda o un botánico para disfrutar de las plantas,
aunque tampoco está mal visitarlos cuando se pueda (yo lo hago a menudo). Solo
hay que mirar, observar y gozar con el mundo que nos rodea. Con muy poco se
puede disfrutar mucho.
Sed felices.
Antonio
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