Incongruencias
De hace un tiempo a
esta parte tengo la sanación que mi
cerebro se ha vuelto perezoso; mi imaginación deja un rastro de vaguería total;
la inapetencia marca cierta pautas de mi conducta que hasta ahora no habían surgido
nunca.
Luchar contra ello es
una imposición que yo mismo me he impuesto.
Luchar contra la
inapetencia es cuestión de voluntad.
Contrala imaginación
comienza a ser un poco más complicado y creo que lo más difícil es luchar
contra la pereza de mi seso.
Pero vamos a ello con
vuestro permiso y que mejor que ocho rosas para acompañarnos en un relato que
puede estar lleno de incongruencias y contra sentidos.
Me gustan las flores. Y
muchas rosas en especial. Me encanta verlas plantadas en jardines y rosaledas
formando grandes islas de color en medio de un mundo de asfalto que las rodea.
Siento pena cuando
comienzan a estropearse sus pétalos y poco a poco van muriendo encima de su
tallo, dejando a otras roas ocupar su puesto. La vida corta de la rosa, una
belleza efímera y a veces con unas tijeras afiladas la hacemos aun más corta.
Comparten sus rincones
las jóvenes y las viejas. Eso me recuerda un viaje que hice en mi juventud a
Dinamarca y allí los patios de los colegios compartían el uso con las casas
para mayores; las residencias y colegios juntos. El principio y el fin dándose
la mano. ¿Y aquí juntamos a ambos?
A veces, las flores se
juntan, formando preciosos ramos que no necesitan de grandes floreros de
cristal para lucir su belleza. No necesitan nada para cumplir su trabajo.
Forman una unión perfecta que ya quisiéramos muchos a nuestro alrededor.
Composiciones poéticas sin tener que escribir el mas mínimo verso el poeta.
Una flor, puede traernos
el recuerdo de una persona. Su visión puede achuchar los sentimientos
escondidos que mantenemos en secreto en nuestro corazón y nuestra cabeza. Cuantas
veces una rosa ha sido el complemento de un beso o de una solicitud de amor. También
lo son del recuerdo y del deseo. Guarda su visión el cariño escondido en lo mas
profundo de nuestro ser; el mejor secreto guardado.
Me encanta ver volar a
los insectos por encima de las flores y posarse en ellas con una seguridad
increíble. Unas flores tienen sus corazones abiertos a los insectos. Otras, por
el contrario, lo cierran alrededor de infinidad de pétalos, como las rosas, como si quisiesen limitar el acercamiento de
estos y dejar su intimidad solo para algunos elegidos. ¡Qué forma tan distinta
de crear vida entre los humanos y las flores!
Colores de oro
mezclados con los de la tierra producen efectos maravillosos. La belleza y la
rudeza de las tierras se compaginan a veces como en esta rosa, que a la sombra,
no se atreve a mostrar otros tonos. Pero si muestra una belleza increíble.
Seguramente muchos ni siquiera giraran sus ojos hacia ella… como muchos no quieren
girarla vista a la vida desigual que a nuestro alrededor sucede. Y yo sigo
mirando flores.
Qué extraño. Parece
querer la rosa abrigarse de los vientos serranos apoyándose contra el muro de
ladrillo. Da la sensación de resguardarse con miedo. Posiblemente tema que su
belleza anime al jardinero a usar sus tijeras y acabar en el triste vaso de cristal
de una cocina o en el jarron opulento de un salón. Hay que preguntarse si somos
y sabemos admirar la belleza que existe en nuestro mundo. Pienso que la creamos
como aquel poeta que lanzaba poemas al publico solo para satisfacer su vanidad
sin sentir su escrito, no como otros que dejan sus lagrimas, sus sentimientos
en forma de pétalos maravillosos sobre el pergamino.
Pienso si es
incongruente desear, sabiendo que nunca serás correspondido. Como la rosa que
se inclina sobre la otra solicitando sus caricias y sabiendo que es imposible
que ni siquiera sus pétalos se rocen. ¿Cuántas veces ocurrirá a nuestro
alrededor esta situación? Sentir y no sentirse en un mismo tiempo, solo
añoranza y tristeza infinita equilibrada por el amor. Amor, correspondidos o
no.
Espero que mis
incongruencias no os lleven al desanimo, pues para mi, todos sin excepción, sois
parte de mi existencia.
Sed felices
Antonio
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