Nuestro poeta, nacido en una familia hidalga de pocos recursos, se
sabe que estudió en Salamanca, donde curso estudios de arte, filosofía y
teología, ordenándose sacerdote en la Compañía de Jesús. Viajo por Europa e
incluso se piensa que estuvo en América dando clases en un colegio de los
jesuitas. Por desavenencias con la forma de regirse en la orden, se sale de la misma y queda como cura seglar en Sevilla,
donde al mismo tiempo llevaba una finca de la familia cuyo nombre era
Mirarbueno.
Gran poeta, escribió treinta cuatro odas y cincuenta y dos sonetos, no
se dejo arrastrar por el aire barroco del Renacimiento español. Amigo de los
poetas sevillanos de la época como Alcázar, Rioja y Herrera, que le rindaron su amistad.
La poesía de Francisco de
Medrano, nacido en mil quinientos setenta, está dirigida fundamentalmente a
tres mujeres, una de ellas en el soneto que os presento hoy, Flora, que era Dª Inés
de Quiñones, otra Amaranta que era Dª María de Esquivel y Amarilis que no se
sabe a ciencia cierta si era Catalina de Aguilar.
Dámaso Alonso intento darlo a conocer y proclamo su calidad literaria en
el siglo XX.
Nuestro poeta murió en Sevilla en mil seiscientos siete a la edad de
treinta y siete años.
SONETO
Borde Tormes de perlas sus orillas (A)
sobre las yerbas de esmeralda, y Flora (B)
hurte para adornarlas, a la aurora, (B)
las rosas que arrebolan sus mejillas. (A)
Viertan las turquesadas maravillas (A)
y junquillos dorados que atesora (B)
la rica gruta, donde el viejo mora, (B)
sus driadas en cándidas cestillas, (A)
para que pise margarita ufana, (C)
tierra y agua llenando de favores; (D)
más si uno y otro mira con desvío, (E)
ni las ninfas de Tormes viertan flores, (D)
ni rosas hurte Flora a la mañana, (C)
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