Ahí fuera está nevando. Bueno cae aguanieve, nieve y a veces graniza. Estamos en ese momento de transición en que el frío deja paso a algo más de calor.
Y estando metido dentro de casa, me he puesto a repasar fotos de un disco antiguo y he encontrado estos reflejos, entre otros, en los balcones, ventanas, escaparates y lunas de autobús de Madrid.
Las grandes ciudades son un enorme muestrario donde se mezclan realidad y mentira, linealidad y deformación, realidad y fantasía en un mismo lugar, en un mismo punto. Al fin y a la postre las grandes ciudades nos dejan ver su otro yo en las imágenes invertidas de sus vidrios.
Ciudades dentro de una pastelería o de una tienda de ropas que no son reales, pues como tales no existen, hay que darles la vuelta. Son fantasmas que están ahí, en otra dimensión que va cambiando de acuerdo a la iluminación del día y de la noche.
¿Qué no es verdad? Seguidme y os muestro un mundo nuevo que se descubre cada día en los paseos que hagamos por cualquier calle de nuestro entorno. Vamos a ello:
comencemos el paseo en pleno centro de Madrid, la Puerta del Sol.
Puerta del Sol
Al fondo de la Puerta del Sol existe una pastelería de hace muchos años está allí. Hace tanto tiempo que esta abierta que en ella se introduce el resto de la Puerta del Sol, mientras un anuncio de roscón nos indica que lo que vemos no es real. Las botellas parecen apoyarse en las terrazas de los edificios, sin estar, pero estando. ¿Pasteles fantasmas o edificios fantasmas? Quizás el reflejo sea de los pasteles o quizás de los edificios…
Muy cerca de la Puerta del Sol está la Plaza Mayor. Mayor porque en su momento era la más grande de Madrid.
Plaza Mayor
La plaza de estilo totalmente herreriano es un rectángulo perfecto que en sus esquinas tiene sendos arcos que abren la plaza a la ciudad, amén de otros tantos en sus fachadas, siendo el más conocido el arco de Cuchilleros.
Aquí la veis reflejada en un restaurante, nuevo negocio de la plaza de cara al turismo, de su fachada sur. La debí hacer por Navidad, pues en el centro del reflejo se ven las casetas de venta de figuras del belén y artículos de broma. Todo se mezcla.
Subimos desde allí a la Gran Vía. Arteria moderna que se realizó a principios del S.XX y que se ha convertido en uno de los ejes transcendentales de la capital.
Gran Vía: edificio de la Telefónica
En este caso la imaginación y la deformación se entremezclan en el reflejo del edificio de la Telefónica en el parabrisas de un autobús.
Cuelgan del autobús aun las iluminaciones navideñas acoplándose al plexiglás del parabrisas que esconde en la sombra la figura del conductor. Un semáforo en verde esta a la izquierda de la calle, y esto no es Londres, es Madrid. ¿Es Madrid o es Dirdam? A vosotros os dejo elegir.
Edificios modernistas en la Gran Vía
Prácticamente enfrente del edificio de la Telefónica, existe un comercio de ropa en el que los fantasmas esconden sus cabezas o dejan verlas insinuándose.
Las luces de la ciudad quieren esconderse dentro del escaparate, pero no, son las propias luces del escaparate que nos están engañando. A esas horas las luces de la Gran Vía están apagadas.
Los edificios modernistas de la Gran Vía se reflejan placido en el cristal escondiendo su verdadera identidad, son sus fotocopias del mundo de los reflejos, de los sueños del otro lado, de la vida invertida que anda al unisonó pero al revés. Esa mezcla de realidad y ficción está impresa en cada visita a un escaparate.
Calle Alcalá
Un poco más adelante en plena calle de Alcalá otro edificio neoclásico nos muestra en sus balconadas un aspecto distinto. Cada ventana ofrece un panorama distinto de los edificios del otro lado de la calle, incluso en alguno de los vidrios de dos hojas se ven dos figuras distintas.
¿Cuál de ellas es la verdad? ¿Qué imagen nos ofrece una visión real del otro lado de la calle?
Buhardilla Banco de España en C/ Marqués de Casa Riera (Ya no existe)
A escasos cien metros de esta fachada en la calle Marqués de Casa Riera, una representación desenfocada y misteriosa de una de las buhardillas del Banco de España, un recuerdo que hoy en día es ya imposible ver. El metal que cubre una marquesina no es capaz de reflejar enfocada la imagen.
Una imagen de la buhardilla que parece dolorida, como si tuviese retortijones; los aleros se curvan como si una fuerza misteriosa tirase de ellos para destruirlos; las jambas parecen querer comprimir a las hojas de las ventanas y los frontones se comprimen en un esfuerzo titánico por mostrarse en su verdadera dimensión. ¿Cuál es su dimensión? ¿La nuestra o la que nos muestra la plancha de metal? Quizás sea que nosotros somos incapaces de ver un mundo distinto al nuestro y esos mundos quieren mostrarse en su dimensión, en el reflejo.
Edificios frente al Museo Reina Sofia
Nos acercamos al Museo Reina Sofía. Como un fantasma su fachada se refleja en los cristales de los modernos ascensores. Un edificio del pasado que era un hospital y donde los cadáveres de las personas fallecidas en extrañas circunstancias iban a ser diseccionados por los forenses para descubrir las causas del óbito.
Dicen que de noche en estas cristaleras se ven ánimas que discurren fantasmales por las vidrieras. ¿Será el reflejo del edificio un fantasma de su antiguo uso? No lo sé, pero podría ser.
Paseo de la Castellana
Entramos en el Madrid moderno, ese Madrid que sustituyó los palacetes de la Castellana por modernos edificios de vidrio y hormigón que han configurado una nueva visión cuando se pasea. Ahora a un lado y otro del Paseo de la Castellana, enormes moles de cristal se elevan al cielo dejando un perfil distinto de la ciudad de hace unos años.
No hace falta pasar de un lado al otro para ver los distintos paisajes urbanos sino que mirando a las vidrieras puedes contemplar otros edificios modernos o antiguos. Eso si deformados por la visión de otra esfera, de un mundo que podemos llamar la cuarta dimensión urbana. El más allá de la otra ciudad que se mueve en la esfera del reflejo y que va cambiando a tus ojos según tus pasos caminan en una u otra dirección.
Cuando el Paseo de la Castellana llega a las proximidades de Chamartín, la meca del fútbol madrileño ofrece también su versión de una vista de los alrededores deformados por las ganas que tienen estos de ver jugar a los merengues.
Estadio Santiago Bernabéu
Ventanas descompuestas, barandillas retorcidas y vidrios que reflejados reflejan a su vez el mundo que ellos perciben; parece como si el dolor se mostrase en todo su apogeo en esa estructura que deformada por los vidrios del Estadio Santiago Bernabéu.
Hasta un cartel que podéis ver en lo alto de la vidriera parece estar corriendo por la cumbrera festejando un gol del equipo blanco ¿Realidad o ficción? Quizás algo de las dos cosas, quizás solo la primera o solo la segunda. Pero lo que está claro es que esa cuarta dimensión está ahí, y de alguna forma se deja ver enseñándonos su hábitat.
Nada más por hoy. Espero que no os haya parecido demasiado loco con mis palabras. O quizás si; quien sabe donde está la locura y su reflejo, que no es otro que la cordura.
Sed felices, que esto no tiene ningún reflejo.
Antonio