domingo, 19 de noviembre de 2017

El baño del gorrión.

Era una fría mañana de otoño, aunque el sol comenzaba a calentar.
Crisantemos, margaritas, y un montón mas de plantas multicolores y floridas daban la bienvenida a los visitantes mañaneros del Real Jardín Botánico de Madrid.


Daba gusto estar al sol.


En la perspectiva que se presentaba a los ojos,  se apreciaba la lucha constante de los árboles por mantener sus constantes vitales ante un sueño pesado que comenzaba a apoderase de sus ramas.


Las hojas de amarilleaban dando cobijo a los últimos alientos antes de sueño invernal.
Y paseando por uno de los caminos intermedios con fuentecillas, observe, demasiado lejos para fotografiarlo, a un gorrión que se estaba bañando en una de esos pequeños surtidores de agua.


El gorrión levanto el vuelo y vino a posarse en la rama de un árbol a escasos metros de mí, tan escasos  que, visto a través del teleobjetivo de mi cámara, parecía que iba a cogerlo con la mano.


Le hice tres fotografías y de repente volvió a volar hacia la fuentecilla.
Y se duchó delante de mí, sin importarle mi presencia,  durante un buen rato.
Con su ducha os dejo.









Cuando termino de bañarse y se marchó, con un aleteo vigoroso, me sentí con una paz interior grande. 


Aquel pajarillo había limpiado algo de mi tristeza solitaria. Pero no lavó el amor imposible.
--o0o--

Sed felices, ya sabéis que lo demás será mucho mas fácil así.

Antonio 

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