Nacida en una familia noble, tuvo muy buena educación.
La vocación le llegó desde muy joven, tanto es así que a los siete años en compañía de una de sus hermanas escapó de casa buscando el martirio en el norte de África. Se las encontró a tiempo y solo quedo el lance en anécdota.
La vocación le llegó desde muy joven, tanto es así que a los siete años en compañía de una de sus hermanas escapó de casa buscando el martirio en el norte de África. Se las encontró a tiempo y solo quedo el lance en anécdota.
Con diecinueve años entró en la congregación de las Carmelitas en Ávila.
De allí saldrá para fundar una nueva congregación, las Carmelitas reformadas.
Por ello fue acosada y aun así tuvo tiempo para fundar diecisiete
conventos, cartearse con muchísima gente y dejarnos alguna poesía, poca, entre
la que destacamos Vivo sin vivir en mi.
Contemporánea y amiga de personajes tan importantes como San Juan de
la Cruz, San Pedro de Alcántara, San Francisco de Borja, Jerónimo Gracián y un
gran etcétera de personajes notabilísimos de la época.
Iluminada religiosamente, con una Fe desbordante, con una necesidad de Dios impresionante…
Iluminada religiosamente, con una Fe desbordante, con una necesidad de Dios impresionante…
Nuestro personaje no es otro que Teresa de Cepeda y Ahumada conocida
como Santa Teresa de Jesús. Nació en Ávila en mil quinientos quince y murió en
Alba de Tormes en el mes de octubre de mil quinientos ochenta y dos.
Os dejo con estos versos llenos de un misticismo extraordinario, casi
rayando en la locura o en el pecado por solicitar con vehemencia la muerte.
VIVO SIN VIVIR EN MI
Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Aquesta divina unión,
del amor con que yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo,
y libre mi corazón;
más causa en mi tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
¡Ay! ¡Qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué vida tan amarga
do no se goza el Señor ¡
Y si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga;
quíteme Dios esta carga,
más pesada que de acero,
que muero porque no muero.
Solo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no seas molesta;
mira que solo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera:
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva;
muerte, no seas esquiva;
vivo muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿Qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí
si no es perderte a ti,
para mejor a El gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a Él es solo el que quiero,
que muero porque no muero.
Estando ausente de ti,
¿Qué vida puedo tener,
Sino muerte padecer
La mayor que nunca vi?
Lastima tengo de mi,
por ser mi mal tan entero,