Todas las semanas santas, coloco el Viernes
Santo, el soneto A Cristo crucificado, una obra anónima que es uno de los
mejores sonetos de la literatura española.
Este año, no puede ser
como otros, simplemente el soneto y unas flores.
Este año las flores tienen
que ser para los miles de muertos que se están dando en todo el país y en todo
el mundo.
La cruz la estamos
viviendo en nuestras carnes. En la carne de todos los que están padeciendo la
enfermedad aislados del mundo y sin la compañía de los suyos.
Por eso este año
presento el soneto con pensamientos y dudas entre sus estrofas.
Los que seáis creyentes
consolidados, quizá esto no os guste. Como hombre, como persona, creo que tengo
todo el derecho del mundo a dudar y a expresar mis dudas.
Deciros que el soneto
esta integro, tal como es, pero entre estrofa y estrofa hay pensamientos.
VARIANTE
DEL SONETO A CRISTO CRUCIFICADO
I
No
me mueve mi Dios para quererte
El
cielo que me tienes prometido;
Ni
me mueve el infierno tan temido,
Para
dejar por eso de ofenderte.
Señor, Dios del cielo,
que nos creaste a tu imagen y semejanza ¿Tú también sufres de la enfermedad de
los hombres? ¿Padeces el mal que nos azota o acaso necesitas más sacrificios
para que limpiemos nuestros pecados de la faz de la tierra? ¿Dónde está ese
cielo prometido? Cuando el sufrimiento está aquí en la tierra. ¿No habría que
arreglar antes esto y luego darnos lo otro? Pandemia que significa muerte,
desolación y tristeza.
II
¡Tú
me mueves, Señor! ¡Muéveme el verte
Clavado
en una cruz y escarnecido!
Muéveme
el ver tu cuerpo tan herido.
Muéveme
tus afrentas y tu muerte
¡Claro que te
compadezco clavado en ese tosco madero! Compadezco tu sufrimiento y la
inutilidad de tu sacrificio. No sé si te
das cuenta que tu muerte de amor para redimirnos el hombre, este la ha convertido en odio, afana de riqueza,
sexo, y creación de armas para destruirse. Y esta pandemia no es otra cosa que
eso. De que sirvió, Señor, ese sacrificio en el madero si los hombres seguimos
igual.
III
Mueve,
en fin tu amor en tal manera,
Que
aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y,
aunque no hubiera infierno, te temiera.
Pero reconozco, Señor,
que quien escribiera esta maravilla de soneto, no se dio cuenta que el Infierno
está aquí. De que les sirve la promesa del Cielo a los pobres si el resto de
los hombres solo miramos llenar y tener contento nuestro estómago. De que le
sirve al enfermo el cielo, si para llegar a el tiene que sufrir meses de
padecimiento. ¿Por qué tenemos que padecer pandemias? ¿Por qué nos hiciste a
unos peores que a otros? Acaso en tu semejanza existen valores distintos. ¿Qué
es el infierno, Dios? El infierno es esto y muchas veces me pregunto: ¿Por qué
fuiste tan mal creador? ¿Acaso fuimos nosotros los primeros en ocupar un
trocito de ese maravilloso universo que creaste? Y salió mal el experimento.
IV
No
tienes que me dar porque te quiera,
Porque,
aunque cuanto espero no esperara,
Lo
mismo que te quiero te quisiera.
Y si tendrías que
darnos, Señor, aunque dudemos, aunque reneguemos, porque en el fondo somos unos
pobres desgraciados que vivimos en un mundo que navega errante con sus sol por
el universo. Estamos solos y a veces, muchas, nos hace falta ver que se nos da
algo desde allí arriba. Y sentir que Tu, que dices estar en todas partes, te presentes
aquí y nos inundes de gracia; un solo soplo tuyo sería la vida prometida.
Y aun así creo en Vos,
pero dudo, y como dudo tengo todo el derecho a expresar mis dudas. Sobre todo
hoy, el día santo de tu muerte, que, a veces, me parece inútil.
--o0o--
Cuidaros, que el bicho
sigue atacando.
Pero vivir, sed
felices.
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