Cae la tarde. Hoy ha hecho frío y el viento aumenta la sensación, pero el cielo esta practicamente despejado; en todo caso hacia la sierra se ven algunos girones blancos.
Me he bajado del autobús y he entrado al retiro por la puerta de O'Donell; me he ido lo primero de todo a ver las ruinas de la ermita de san Isidoro como hago siempre que entro por aquí, y luego he comenzado mi paseo entre luces y sombras camino de casa, pausadamente, tranquilamente, no hay prisa.
Las sombras cada vez están mas largas, parecen tener prisa en alcanzar el infinito, y corren rápidas por el suelo a cada minuto que pasa. Y la luz, haciéndolas el juego, brinca en la copa de los arboles y de vez en cuando, como jugando a un escondite con ellas, se filtra a través de los follajes y hiere a los ojos que desprevenidos no son capaces de cerrarse rápidamente.
Aquí y haya una ardilla salta de árbol en árbol; los gorriones se acercan piando a ver si cae algo. En el estanque, los patos están congregados donde llegan las ultimas luces, como si de ellas quisieran coger calor para pasar la noche.
Y las hojas de los castaños, en la parte baja del árbol están a oscuras y arriba brillan en tonos que van desde un verde rabioso claro a los marrón glasé, ayudados por los cálidos rayos del sol poniente.
Y así, fijándome en unos otros he recorrido el parque hasta llegar al Paseo de las Estatuas, donde los últimos rayos de sol, los cinco últimos minutos, han encendido los arboles como si de una tea gigante se tratase.
Al terminar el paseo, justo en ese momento en la puerta de España, la luz del sol se había ido a dormir, era el ultimo minuto del astro rey iluminando el parque. A partir de aquí son las sombras las que van apoderándose de los caminos. Es hora de irse a casa a ver a la familia.
Nada mas, mañana lloverá y la semana se presenta pasada por agua. Espero poder hacer alguna fotografía de Madrid lluvioso, es completamente distinto. Ya veremos.
Os dejo con las fotos. Son momentos que nunca volverán a ser iguales, pues cada día tiene su tono, su árbol y sus hojas dispuestas de una forma irrepetible.
Es hora de llegar a casa y hace frío, mucho mas frío que el normal para esta época. Lo estaban anunciando y esta vez no se han equivocado. El fin de semana que viene, que empieza en jueves, volveremos a andar por las calles de esta ciudad. Seguro que en estos días los arboles habrán cambiado y nosotros un poquito también; el ciclo inmutable y continuo de la vida: ¡hacia el otoño vamos!
Nada mas. Sed felices.
Antonio
¡Preciosas fotografías!¡Qué luz! Precisamente ayer estuve en El Retiro, por la mañana, llovía a cántaros. Es un lugar mágico, y lo estaba aún más, casi desierto, con un toque metafísico.
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