miércoles, 30 de septiembre de 2015

Flores con poesía CCLVI.- He muerto lentamente...(Soneto)

Nuestro poeta nace en las maravillosas tierras de Valencia de Alcántara, Extremadura, en mil novecientos veintiséis.
Pronto la familia se traslada a Madrid, donde José María Valverde realizará sus estudios. El Bachillerato lo realiza en el Instituto Ramiro de Maeztu, y es allí donde comienza su andadura poética, publicando su primer poemario titulado Hombre de Dios.



Terminada su carrera de Filosofía, gana una cátedra en Barcelona donde se traslada a vivir.
También estuvo en Italia como profesor de español y lector.
En 1964 decide abandonar España en apoyo de los profesores de la Universidad madrileña, Tierno Galván, García Calvo y Aranguren, trasladándose a Estados Unido y Canadá, no regresando a España hasta mil novecientos setenta y dos, volviendo a integrarse en su cátedra.
José María Valverde aparte de critico, ensayista y biógrafo, es esencialmente un magnifico poeta modernista y superrealista.
Sus temas son de una humanidad increíble y a la vez maneja el lenguaje de tal forma que te hace partícipe de sus versos. Es uno de los grandes poetas contemporáneos, galardonado con premios tan importantes como el Premio Nacional de Poesía entre otros.


La faceta que nos interesa de este autor es la poética y en esta rama de la literatura escribió entre otros los siguientes poemarios: La espera, Versos del domingo, Años inciertos, Ser de Palabra, La conquista de este mundo, Voces y acompañamientos para San Mateo y el ya nombrado inicialmente Hombre de Dios.
Murió en Barcelona en 1996.
Os he elegido un soneto que a mí personalmente me gusta.
Te hace pensar, quizás incluso te desarma un poco. Espero que os guste este soneto.
SONETO

He muerto lentamente y hora a hora
bajo la losa quieta de mi cara,
y sin que nadie me lo adivinara,
me he quemado en mi entrega absorbedora.


Solo queda de mí una voz sonora,
como un fantasma insomne que cantara,
y esta gloria por fuera que depara
la llama celestial que me devora.


Yo no soy yo; soy hoja seca del viento,
un espectro inflamado e impreciso,
un pretexto de Dios, que en mi está hablando.


Mi gloria es ser tan solo un instrumento
en las manos de Dios, muerto y sumiso,
y a costa de no ser ardo cantando.
--o0o--


Espero haberos entretenido un rato.
Sed felices.
Antonio

sábado, 26 de septiembre de 2015

Las maravillosas orquideas.-



Cada vez que puedo sumergirme en el invernadero del Real Jardín Botánico de Madrid, me dirijo rápidamente hacia la zona de las orquídeas, a contemplar estas maravillas que la Naturaleza a fabricado y que nosotros podemos observar y disfrutar de su belleza.
Las orquídeas están extendidas por todo el mundo, desde las regiones mas frías a las más cálidas. Incluso en nuestros campos de zonas húmedas existen orquídeas, aunque las más espectaculares son aquellas que se dan en condiciones de humedad, temperatura y luz adecuadas, soliendo ser estas las zonas tropicales y subtropicales.



¿Qué es una orquídea? Una orquídea es una planta perteneciente a la familia de las monocotiledonias que presenta una serie de características que las diferencian de las otras plantas de la familia.
De entrada se pueden dividir en aquellas que crecen desde el suelo, las que viven en el aire y de los nutrientes que este aporta y por fin aquellas que parasitan a otra planta para su subsistencia.
Los tamaños de las plantas de orquídea pueden variar desde los escasos centímetros a enormes plantas de cientos de kilos de peso. Y sus flores, al igual que sus soportes, oscilan entre aquellas que miden escasos milímetros a las que llegan a tener radios de setenta y cinco centímetros de diámetro.


Las flores como veis en la foto adjunta son simétricas verticalmente y en ella os he marcado lo que son sépalos, pétalos y labelo. En el fondo es una flor muy de ingeniería en la que los pétalos han ido tomando distintas funciones.
Los olores de estas flores pueden ser desde maravillosos perfumes a increíbles olores putrefactos, pero todos esos olores solo tienen una misión que no es otra que atraer a distintos insectos y repeler a otros.


Entrar en mayores consideraciones creo que sería por mi parte una irresponsabilidad tremenda, pues no soy botánico.
Os dejo a continuación una serie de fotos que ido tomando en más de una ocasión de visita al jardín de todos en Madrid, espero que os gusten.






















Si os animáis a visitarlas están en el segundo invernadero, que es el del centro. No tiene perdida.
Nada más por hoy.
Sed felices.
Antonio

viernes, 25 de septiembre de 2015

Flores con poesía CCLV. Serenidad, Señor...

Nace nuestro poeta allá por el año mil novecientos diecinueve en el bello pueblo manchego y toledano de Consuegra.
Es en su villa natal donde comienza sus estudios, trasladándose posteriormente a Madrid y allí estudiaría la carreta de Economía, trabajando en la docencia como Profesor Mercantil.

Dalia Duet

Francisco Llanos Borrell, es un poeta modernista de la época de los Ismos, que ha sabido conjugar la poesía tradicional con las ideas contemporáneas.
Profundo, trasmite en su poesía un hondo sentimiento, religioso  muchas veces, humano sin dejarse llevar por una retorica de caminos superfluos.
Quizás su aire de periodista, acostumbrado a la crítica en los distintos diarios en los que escribió, le sirvió para desarrollar esta maravillosa construcción literaria que son sus poemas.
Os he elegido para hoy, un poema, podrimos llamarle “soneto del ismo” soneto moderno, que a mí, cada vez que lo leo, me hace pensar profundamente; quizás podría decir que, de alguna forma, es la trasmisión del anhelo con que todos buscamos de la serenidad, la paz, quizás, con uno mismo. Este poema lo escribió dentro de la capilla del Paular, o por lo menos en ella encontró la inspiración.

Dalia Sneezy

No tengo datos biográficos de este autor y en la Red no he encontrado apoyo para ilustrar más su vida. Pero creo que el poema merece estar entre las poesías que vamos colocando.
Aquí os lo dejo:


Serenidad

Vengo de la ciudad, y vengo herido
por las miserias todas de la vida,
gritándome el dolor en cada herida
un ansia de renuncias y de olvido.

Dalia Christine

Vengo huyendo del mundo, y es su ruido
cual piedras en la espalda de mi huida;
tengo sujeta a mi corcel la brida,
mas tiémblame en la sangre un estallido.

Dalia Graceland

Dame, Señor, no llanto ni plañido
ni una humildad forzada y dolorida.
Serenidad, Señor, es lo que pido.

Dalia Twynings after eight

Serenidad que, al darme mi medida,
me haga sentirme tallo florecido
sobre la sementera de mi herida.
--o0o--

Dalia My love

Creo que es una preciosidad de soneto en la época contemporánea.
Sed felices.
Antonio
P.D. Todas estas fotos han sido tomadas en el Real Jardín Botánico de Madrid.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Flores con poesia CCLIV.- Las moscas y El sombrerero

Nace nuestro poeta en Laguardia, en la Rioja alavesa en el año de mil setecientos cuarenta y cinco.
De rica familia, es educado inicialmente por un preceptor y posteriormente estudia en Bilbao y Francia, donde entra en contacto con el mundo de la Ilustración. Quizás sea aquí donde Félix María de Samaniego aprende el arte de la crítica a las instituciones políticas y religiosas.


De vuelta en España, se relaciona más íntimamente con su tío, el conde de Peñaflorida, que le anima a escribir temas para la educación de los alumnos del colegio de Vergara, perteneciente al Real Seminario Bascongado de los Amigos del País (Vasco) del que era socio fundador y del que fue director en dos ocasiones.
Amigo de Iriarte, quien le abrió el camino para publicar sus Fábulas, paso posteriormente a ser su gran enemigo, debido a una frase en la publicación de las Fabulas de Iriarte en las que indicaban que estas eran las primeras y auténticas.
A parte de sus fábulas, Samaniego, escribió también unas composiciones poéticas eróticas tituladas El Jardín de Venus.


De las Fabulas os he elegido dos para el día de hoy.
La primera, El sombrerero, me parece una sátira graciosa. La segunda, Las moscas, una crítica fantástica a los vicios.
Félix María de Samaniego murió en su ciudad natal en mil ochocientos uno.
Espero que disfrutéis con la lectura de estos versos.

EL SOMBRERERO

A los pies de un devoto franciscano
acudió un penitente. ‑Diga, hermano:
¿Qué oficio tiene?
- Padre, sombrerero
-¿Y qué estado?
- Soltero.
-Y ¿Cuál es su pecado dominante?
-Visitar a una moza
-¿Con frecuencia?
-Padre mío, bastante.
-¿Cada mes?
-Mucho más
-¿Cada semana?
-Aún todavía más.
-¿La cuotidiana?
-Hago dos mil propósitos sinceros…
-Pero, dígame, hermano, claramente:
¿dos veces cada día?
-Justamente.
-Pues ¿Cuándo diablos hace los sombreros?
---



LAS MOSCAS

A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que, por golosas, murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que les domina.
--o0o--


Espero que os hayan gustado estas dos fábulas.
Sed felices.
Antonio.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Otra vez los escaramujos o tapaculos: llega el otoño.-

Estoy paseando en solitario por las orillas del pantano, porque quien conmigo debía estar, no está.

Rosal silvestre y las aguas de La Jarosa detrás.
 
Pero es cierto que me gusta la soledad del campo que ayuda a recordar, imaginar, amar en solitario, observar, investigar y fotografiar, sin interrupciones, sin contextos no apropiados para el momento.

Escaramujo en el que se pueden apreciar aun los restos de los estambres de la flor.

También es cierto que cuando el paseo se hace en buena compañía, otra clase de paseo, también resulta tan fantástico como este.
Llegan los primeros avisos del cambio de estación, que quiere abrirse camino a través de los últimos días del verano, con el primer temporal en las costas y lluvias generalizadas en la Península. Pero es solo un ensayo de lo que a partir de ahora la naturaleza nos prepara, justo, cuando el sol está a punto de llegar al equinoccio de otoño.
La naturaleza viene preparándose para ello desde hace ya unas fechas.

Las gramíneas y cañizos practicamente secos en las últimas luces del día.

Las flores han dejado paso a los frutos la mayoría ya maduros , algunas malvas crecen desesperadas entre las hierbas secas, y los colores múltiples de las flores quedan relegados a tonos más fuertes que van desde los rojos de los escaramujos a los intensos negros de las moras.

Las malvas entre los pastos secos.


Los frutos de las zarzas, las moras, dan colorido y sabor al paisaje.

Los espinos, que vemos por los campos, que no son otra cosa que rosales silvestres, normalmente productores de la rosa mosqueta, han dejado caer de sus flores los pétalos y a cambio nos ofrecen el color mucho más fuerte de sus frutos, los escaramujos, los cuales se conocen en muchos lugares de la geografía española como tapaculos.


Una rosa mosqueta con sus cinco petalos.

Las flores del rosal silvestre, tienen cinco pétalos y sus colores pueden variar del blanco al rosa suave o rosado, como la foto que veis aquí encima. Florecen una vez al año, no como muchos rosales cultivados que dan flores constantemente, y de esas flores salen, una vez polinizadas, los maravillosos escaramujos.


Durante muchos meses los tapaculos estarán ahí vistiendo de colores rojos y naranjas el bosque y las praderas donde nacen estos maravillosos rosales de tallo fino y espinas punzantes.
Cae la tarde de un día del mes de septiembre. El sol ya muy bajo proyecta tonos cálidos en los prados guadarrameños cercanos a la presa de la Jarosa. Pequeños prados entre el bosque de pinos y las aguas del pantano.
Cañizos, zarzas, rosales silvestres y árboles de ribera se disputan un lugar donde aposentarse y le dan al paisaje un bello contraste entre ellos, los pinares y las altas montañas que les rodean.

Rosal silvestre en medio de la pradera.

Y en mitad de la pradera nuestro rosal silvestre, el rosal de todos los años, nos muestra sus bellos escaramujos.

Los tallos finos, bien protegidos, del rosal silvestre.

El escaramujo es un fruto. Un fruto bello, pequeño, al que muchas veces ni se mira, que viene midiendo entre 1 y 2 centímetros. En su cabeza, como recuerdo que antes fue flor quedan los estambres como un recuerdo de ella.
Vistos de cerca, estos frutos, son preciosos. De uno en uno o en grupos, como fueron los ramilletes de rosas, se nos presentan a la vista luciendo todo su esplendor en estas fechas de final de verano. En su interior, madurando a lo largo de muchos meses, las semillas de un posible futuro rosal, esperando que llegue el momento que, el escaramujo, abra su interior al aire para que estas puedan salir.


Las semillas pueden o bien caer a tierra o ser comidas por distinto animales que las transportaran diversos lugares, para que con el tiempo vuelvan a deleitarnos con sus hermosos colores de primavera verano. 


Cae la tarde en un rápido ocaso que obliga de alguna forma a volver a casa. 


Los rosales silvestres quedaran para el año que viene. Pero sus esqueletos, altivos y fuertes, permanecerán en las praderas de La Jarosa esperando que llegue la primavera.


Por hoy, nada más. Pero cuando salgáis al campo y veáis un espino con flores blancas o rosadas y cinco pétalos, recordad que estáis ante un rosal silvestre.
Sed felices.
Antonio

(Las fotografías son de septiembre de 2015)

martes, 15 de septiembre de 2015

Filosofía de albañil: Rosas en silencio, Soledad.

Querida Soledad:
hace tiempo que no te dedico unos minutos, aunque sí de pensamiento, pero las circunstancias que se han dado este verano a mi alrededor me han hecho dudar, padecer, pensar e incluso llorar. Lloro de lágrimas secas, de lágrimas que no salen, de tristeza interior, lagrimas del alma, de un alma atribulada por los acontecimientos.



Unos acontecimientos, Soledad, (me gustaría tener ahora tu nombre), que parten de malos entendimientos, egoísmos, miserables puntos de vista, que surgen todos ellos de una ficticia unión familiar. ¡Ay! Soledad. Que difíciles somos los humanos con lo sencillo que es el mundo que nos rodea.
 Pero todo este trajín, todo este embrollo que se ha liado, es la consecuencia de la mala costumbre de querer que los criterios de uno estén por encima de los demás, como si la charla, el razonamiento conjunto no existieran, para dar paso en un instante desde la risa al enfado.


¡Como te echo en falta, Soledad! Esos cruces de miradas que se han perdido, esos ratos de sola presencia, agradables, se han disipado en la lejanía de unas palabras, mal pronunciadas por todos.
Y a veces, Soledad, se toman decisiones equivocadas, se pronuncian palabras que no se debían haber pronunciado, porque otras circunstancias con brutal y desconocida fuerza para los demás, convergen en una discusión, provocando el equívoco, la mala actuación. Y, Soledad, no sabes, no te puedes imaginar la pena que llevo dentro desde entonces.


Pero aquella discusión, aquella tonta discusión, llevaba implícitas en sí misma un montón de opciones, motivos y acciones, que de no haber pronunciado esas palabras y haberme puesto de un lado, hubiese hecho daño a mucha más gente. Esos los inconvenientes de las guerras. Para proteger a unos, dañas a otros y los denominas daños colaterales.


¡Qué complicado lo hacemos todo, Soledad! Con lo fácil que es mirarte a los ojos y disfrutar. ¡Qué complicado!
Y si encima, querida Soledad, esos tontos enfados no se hablan, no se comentan, las consecuencias a la larga son terribles. Por una tonta discusión se puede perder una mirada, una caricia, un beso que ya nunca más volverán a suceder.


Y si a consecuencia de una toma de decisión, haces llorar a una persona, la haces sufrir, aunque sea tan culpable como tú, Soledad, entonces esa angustia no se apaga nunca, nunca.
No he escrito este verano, prácticamente nada mío, y he querido Soledad, compartir contigo mis pesares; y al mismo tiempo que veas, que sientas que sigo soñando en ti, aunque sea contándote algo que quizás ya conozcas, pero que me corroe. Y no ya solo por lo que yo hice o deje de hacer o decir, sino porque los pronósticos de una ruptura que se veía venir desde hacía mucho tiempo, y que se cumplieron a rajatabla.
 

No se puede estar, Soledad, a un lado unas veces y a otro en el instante siguiente sin que surjan desavenencias. No se puede estar rodeado de malos consejeros, que en el fondo lo que buscan es su satisfacción personal. Víboras que se aprovechan de los demás para crear desconsuelo, aconsejando lo que nunca debieron aconsejar. Y tú lo sabes bien, Soledad, pues, te guste o no, has tenido ese mal consejo a tu alrededor.
¡Soledad! ¡Querida Soledad! Me hubiese gustado tanto hablarte de miradas, de caricias o de deseos…



Pero sé que cuando leas estas letras comprenderás mi angustia y entenderás mis decisiones. Lo que no se, es si perdonaras que no te haya hablado hoy de mirarte a los ojos y emocionarme, de sentir tu cuerpo cerca del mío y explotar de gozo, de encontrarnos espontáneamente o buscándonos intentando encontrar la mutua y secreta compañía.
En fin, no sé si sabrás perdonarme, Soledad, por contarte todo esto.
Las roas que hoy te he colocado, son cada una, Soledad, un beso y una mirada. Ese beso que no pude darte y esamirada que se perdió sin encontrar tus ojos.



Tú sabes que yo te quiero y tu mirada para mí lo es todo.
Un beso
Antonio