domingo, 8 de mayo de 2016

Sigo viendo fantasmas en la fuente.

La fotografía no es solo ver una realidad que captan también nuestros ojos, no, es también dejar reflejado aquello que nuestra vista no es capaz de observar.
También es cierto, que luego nuestra mente tiene que ser capaz, al igual que nuestro espíritu, de ver, distinguir y apreciar lo que normalmente no deberíamos ni siquiera imaginar. ¿No estáis de acuerdo? Seguidme:

Como cada martes bajo a Madrid para asistir a la tertulia y, al hacerlo con tiempo, llevo conmigo  las maquinas de fotografiar para retratar todo aquello me llame la atención. Hay que echar pie a tierra y lo hago comenzando por la Puerta del Sol.


Como siempre las dos fuentecillas me atraen, como si me estuvieran llamando con el susurro apagado de sus aguas cayendo al pilón. Y como cada vez, me acerco a ellas con las cámaras dispuestas a volver a fotografiar las cambiantes y agitadas aguas en cascada, sabiendo que siempre serán distintas a las de cualquier otro día. 
Las imágenes que me quieran regalar las fuentes, las veré al llegar a casa pues por lo general no suelo mirar las fotos en la cámara.
Y me han regalado un montón de ellas a cual más curiosa y significativa.

Me pregunto, si me estaré volviendo loco al fotografiar constantemente esas pequeñas cortinas de agua, no lo sé; pero de lo que si estoy seguro es que cada día son imágenes nuevas, distintas, como cuando te sientas delante de una chimenea y, sabiendo que el fuego es el mismo, sus contornos cambian constantemente.

Llego a casa, después de una tertulia interesantísima, reunión escasa de personal hoy, pero fantástica. Me asombra la capacidad cultural de mis compañeros y me quedo muy chico al lado de ellos.
Dejo las máquinas encima del escritorio. Notengo prisa en abrir las fotos, quiero hacerlo con tranquilidad. Un cierto temor a abrir las fotografías me recorre por dentro con un ligero cosquilleo.
Las veo después de la cena y una tras otra me ofrecen sorpresas de todas las formas y colores inimaginables.
Los fantasmas han vuelto a aparecer en varias de ellas y caras tormentosas, difíciles de apreciar, pueden observarse en varias fotografías.
Solo recordaros que en esta plaza se lucho el 2 de Mayo y hubo muertos...


Del fondo de la fuente parecen surgir  oscuros ojos que miran vacíos, mientras unas lágrimas brillantes corren bajo ellos. ¿Por qué lloras aparición? ¿Qué te tortura? La soledad y la terrible agonía de la muerte en el tiempo, contemplando la vida. La muerte contemplando la vida… Pienso en esas lagrimas eternas bajo esos ojos sin pupilas, ojos que ven la vida desde el frío de la muerte.



Como una llamarada solar en medio de la cortina de agua explota esta imagen. Es solo luz, solo el reflejo de algo que por allí pasaba o ¿no? Igual que ha aparecido, en el siguiente disparo fotográfico ya no está, hay algo distinto, diferente. ¿A dónde va ese manto de gasas transparentes? Quizás buscando escapar de las frías aguas de la fuente.




En cada ola de agua que se desliza hacia el fondo, en esas bandas transparentes, aparecen las caras. 
En la primera franja, abajo, una cara angustiada, con el ojo izquierdo perfectamente visible y una nariz de payaso, y una boca con rictus de dolor, me mira. ¿Será un soldado? ¿Sera un madrileño del 2 de Mayo?
En la siguiente franja, a media altura, mas escondida otra cara  y, si os fijáis, en cada franja descubriréis mas. Y a la derecha abajo, como queriéndose esconder de la maquina, un rostro apagado que parece cubierto por un velo.
¿Por qué todas estas imágenes cada vez que fotografío la fuente? ¿Quiénes son? ¿Por qué se muestran? No son imaginaciones, ahí están. Las fotos no están trucadas; lo que sale, sale porque estaba ahí en ese momento. Pienso, dudo, incluso me atemorizo con cada rostro, y llego a preguntarme si alguna vez el mío aparecerá en la cortina de agua.




En esta foto, más o menos en el centro y a lo largo de toda ella pueden verse rostros deformados con bocas que parecen estar cantando con sonidos de pánico, aullidos lastimeros. Están encerradas ahí esperando eternamente… Eternamente, ¿os lo podéis imaginar? Una eternidad chillando, presenciando la vida sin poder llegar a ella. Pero sus vibraciones son tan, pero tan intensas,  que consiguen mostrarse en imágenes difusas.




Una careta de hielo sobresale del agua que está al fondo. Un rostro plano, helado, me mira inquisitivamente. Estoy asustado. Veo vida muerta, vida muerta. Y se muestra de distintas formas y figuras. Pero en todas ellas, absolutamente en todas, hay una mirada perdida. Entonces ¿Por qué apareces? ¿Por qué te muestras? Mejor sería ver solo las aguas agitadas, sin caras, sin figuras, sin hielo, sin...; mejor sería ver vida.



De repente las imágenes no esperadas surgen tenebrosas en medio del agua, sin formar parte de ella, estáticas, visibles, cubiertas de trapos… como los dibujan en las escenas de terror. Solo les faltan las cadenas que… Pero que digo, a quien le hacen falta cadenas si está preso en el Eternidad por los tiempos de los tiempos.
La figura blanca de la derecha parece querer taparse los ojos y no ver al otro lado de la muerte. Sus piernas están dobladas como si de rodillas rezase…A la izquierda una imagen levanta los brazos: ¿quieren asustarme? Otra, mas pequeña, parece quererimitarle, pero no puede.
En el extremo derecho, oscuras pero perceptibles, contemplan inertes la escena.Y si te fijas en la foto, veras a los fantasmas por todas partes.
Los mantos cubren un cuerpo que no existe, pero el espíritu está ahí, dándole forma suficiente.

Cambia repentinamente el agua de color, como si algo quisiera teñirla como un arco iris.







Pero no, de aquí en adelante todas y cada una de las imágenes son colores en el agua, llamas encendidas en el líquido elemento, que se muestran a través de pequeños instantes que dura una fotografía… Instantes que pueden significar una eternidad.










Se mueven ondulantes a lo largo de su ininterrumpida caída, una caída que dura eternamente desde que la fuente se puso en marcha.
¿Qué vendrá después de este cambio cromático?
Me asusta pensar en caras nuevas, en sufrimientos de ánimas perdidas entre las aguas de la fuente de la Puerta del sol.





Un último destello fantasmal aparece de repente en el último fotograma. Una aureola blanca corre tras el agua, o en ella, no lo sé a ciencia cierta, mostrándose tímidamente. Un rostro parece dejarse ver en la parte superior de la blancura, como mirando asustado. No quiero ver mas fotos, con esta termino.
--o0o--
Hasta aquí las fotos de el martes pasado.
Y aun dándome cierto resquemor el fotografiar la fuente, se que volveré a hacerlo en breve, la siguiente vez que pase por la puerta del Sol con las maquinas al hombro.
Nada más por hoy.
Sed felices.

Antonio 

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