Dice aquellos versos de Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
Esta mañana antes de empezar el diario paseo, según salia por la puerta de casa, un maravilloso arco iris enmarcaba el Alto del León, hoy conocido como puerto de Guadarrama, y nos avisaba que los días de verano tórrido han acabado. Vendrán calores,incluso llegara el veranillo de San Miguel o de los membrillos, pero ya las horas de luz retroceden con un sol que empieza a hacerse perezoso y todos los días, desde el 21 de junio, va despertándose cada día un minuto mas tarde, como si estuviera cansado y desea coger energías para el verano que viene.
Comenzar el camino, andar, siempre es un momento que entraña un cierto suspense. ¿Que ruta seguiré? ¿Con quien me topare? Las piernas en un primer momento están perezosas y los pulmones, de un fumador empedernido que fui, también parecen querer quedarse en casa. Solo la cabeza, la ilusión de ver, hace que tu cuerpo te obedezca y arranques.
Hoy el panorama es distinto. Se nota que en el norte esta entrando un frente lluvioso que aquí, en la sierra del Guadarrama, solo se deja ver con las nubes que sobre las montañas duermen soplando con fuerza un viento norteño que al comenzar a andar deja una cierta carne de gallina en la piel.
Cuanto tiempo ha pasado desde las primeras excursiones por la zona. Cuando era un chaval de quince años y con los amigos nos íbamos a andar por los prados buscando aquel fruto que pudiéramos comer; entrabamos a hurtadillas en los huertos y "tomábamos prestado" un melón, un girasol, alguna pera o cualquier otra cosa que pudiésemos tomar. Luego trnquilamente en un prado deborabamos el botín y nos divertiamos jugando al balón.
Hoy al hacer el camino, al andar, todos aquellos recuerdos han vuelto. Ya no se plantan girasoles en los huertos, pero he visto calabazas y tomateras; la única diferencia con sesenta y tres años es que me ha venido el recuerdo, los tomates los comprare en la frutería y, eso si, serán todo iguales.
Como ha cambiado el sabor de las cosas.
Recuerdo un cabrero, tendría yo alrededor de los nueve años, que sacaba a pastar a sus cabras por la riera que baja desde San Pedro en la Selva del Campo a buscar el río Francoli, y cuando topabamos con el se empeñaba en darnos leche de sus cabras. Y he conseguido sobrevivir después de aquello. Muy poca gente se atreve a tomar leche de vaca natural y mucha ni siquiera ha visto jamas a la vaca lechera y mucho menos ha intentado ordeñarla.
Tal como están viniendo las cosas me parece que vamos a tener que volver a tener un huerto en casa, un lugar para las gallinas y si es posible compartir un prado con alguien para tener allí una vaca que nos de la leche. Recuerdo aquella mantequilla que vendían en Medinaceli que endulzaban con azúcar y unas maravillosas magdalenas que hacían con ella. La ultima vez que pare seguían allí las magdalenas
y la mantequilla pero no eran las mismas, estas llevaban fecha de
caducidad y estaban envasadas en bolsas con marca y todas, absolutamente
todo, llevan unas cosas que pone E-*** que estoy seguro que a la larga
en mas malo que bueno.
Las luces mañaneras comienzan a alargar las sombras. cada día más. Los fresnos de las alamedas de Guadarrama, desmochados el año pasado, han vuelto a sacar sus varas y en los prados sus sombras reconfortan.
Caminante no hay camino, se hace camino a lo largo de una vida y la senda marcada es la de los recuerdos de lo que ha quedado atrás. Mirar alante es imaginar un camino que se andará. El verdadero camino quedo atrás y el real, el actual, es que estamos andando en este momento.
Hoy nada mas. La filosofía de un pensador de campanario esta bien por hoy, quizás mañana después del paseo me apetezca volver a charlar un rato. Dialogo de uno solo, creo que lo llaman monologo, pero a mi no me gusta ese nombre. El monologo es un arte del teatro con un solo actor. En la vida real el monologo con uno mismo es un dialogo entre el ser y el alma. Cada día la conversación es diferente.
Nada mas, buen fin de semana.
Antonio
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