Nuestro poeta nace en Navia, Asturias, allá por el año mil ochocientos diecisiete. Realiza sus estudios básicos en Puerto de la Vega y posteriormente se traslada a Galicia a estudia Filosofía.
Ya en Madrid se dedica a estudiar medicina, carrera que abandono por dos cosas: una porque no le gustaba asistir a las disecciones y la segunda porque su pasión era la lectura y la escritura.
Ramón de Campoamor comienza a publicar sus obras de la mano de Espronceda. Colabora como periodista con un montón de revistas y dirige entre otros El Estado.
Autor dramático con un extenso bagaje de títulos que obras de gran éxito que van desde libretos de zarzuela a dramas, comedias y finalmente monólogos.
Como poeta Campoamor dejo un legado grande y se le compara con Zorrilla y Espronceda, si bien el al final dejo el romanticismo para realizar una obra más realista.
Ternezas y flores fue su primera obra a la que le siguió Ayes del alma y un largo sin fin de obras.
Hoy de su poema El tren expreso os he puesto de la segunda parte, el día, los apartados IX y X.
Ramón de Campoamor murió en Madrid en mil novecientos uno después de haber conocido el éxito tanto en su vida literaria como política.
EL TREN EXPRESO
(Canto segundo)
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IX
Corría en tanto el tren con tanta premura,
que el monte abandono por la ladera,
la colina dejo por la llanura,
y la llanura, en fin, por la ribera;
y al descender a un llano,
sitio infeliz de la estación postrera,
le dije con amor:- ¿Seria en vano
que amaros pretendiera?
¿Seria como un niño que quisiera
alcanzar a la luna con la mano?
Y contesto con lívido semblante:
-No sé lo que seré más adelante
cuando ya soy vuestra mejor amiga.
Yo me llamo Constancia y soy constante;
¿que mas queréis – me pregunto - que os diga?
Y, bajando al andén, de angustia llena,
con prudencia fingió que distraída
su inconsolable pena
con la gente que entraba y que salía;
pues la estación del pueblo parecía
la loca dispersión de una colmena.
X
Y, con dolor profundo,
mirándome a la faz desencajada,
cual mira un doctor a un moribundo,
siguió: -Yo os juro, cual mujer honrada,
que el hombre que me dio con tanto celo
un poco de valor contra el engaño,
o aquí me encontrara dentro de un año,
o allí…- me dijo señalando al cielo,
y enjugando después con el pañuelo
algo de espuma de color rosa
que asomaba a sus labios amarillos.
El tren (cual la serpiente que, escamosa,
queriendo hacer que marcha y no marchando,
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