Madrid, Diciembre de 2013
Querida amiga Soledad:
La soledad se consigue al cambiar constantemente de criterio con los que te rodean y a la vez recurrir al propio engaño para sortear todo aquello que sabiendo erróneo lo quieres hacer cierto y real. A base de engañarse una y otra vez a sí mismo, a base de engañar constantemente a los demás, la soledad va haciendo mella a tu alrededor, pues no cabe duda que el mejor acompañante de uno, es uno mismo cuando no se ha encerrado en él, cuando no se ha mentido a sí mismo. Pero a la vez se puede convertir en tu mayor enemigo, en tu peor consejero y tu, mi querida Soledad, vas por ese camino.
Si además a eso le añades el mantener unos criterios enseñados de la experiencia de otros y no del propio aprendizaje, la soledad puede elevarse hasta alcanzar su cenit y sus cotas de mayor angustia.
Soledad, tu eres especial. Me basta mirarte a los ojos para darme cuenta que no eres feliz. Sonrisas irónicas y falsas para cubrir una realidad ficticia ante los demás, dirigida por quien o quienes les interesa dirigirte y sin darte cuenta que al único que quiere ser dirigido por ti, tú no lo aceptas como consejero.
¡Ah! Cuan falsas son las sonrisas de la soledad del alma, sacadas a la luz de unos labios que están contenidos, que se mueven ejecutando un movimiento dirigido y no espontaneo; es la diferencia entre un beso a un desconocido y al amante. En el primero el labio se comprime y se ajusta a un suave roce. En el segundo se desboca en infinidad de movimientos, la mayoría de los cuales ni siquiera se piensan. Y tu Soledad, navegas más cerca del primer beso que del segundo. (Ya quisiera yo el primero a falta del segundo)
Se tu misma y date cuenta de quién y cómo te dirigen. Me encantaría podértelo enseñar yo mismo, pero una muralla nos separa; una muralla que la he creado yo, pero a la que no eres capaz de acercarte. Si decides alguna vez bajar el puente levadizo, dímelo, que presto, iré a socorrerte con mi cariño y mis letras.
¿Qué si me gustaría contártelo? ¡Como lo sabes! pero eso es imposible.
Imagino muchas veces la soledad de figuras que han salido de las manos de los escritores y la soledad del propio escritor al imaginarse su personaje. Julieta, Dulcinea, Leonor… ¿Y a ti quien te escribió? Y siendo como eres de carne y hueso ¿Cómo te has dejado escribir, Soledad?
Qué situación más absurda teniendo que explicarte tu soledad, Soledad; que situación más difícil cuando ni siquiera nos conocemos, porque yo no te he inventado, te he creado ¿Verdad? Y en cambio para mis eres como una ficción. Escribo y te escribo; imagino, intento ser autor de alguien de carne y hueso, Soledad, y tú sigues encerrada en un mundo ficticio, en una bola de cristal que no te permite coger las cuartillas de papel que salen de mi mano, ni los sentimientos que salen de mi corazón.
Me encantaría cambiar el guión de tu vida y poder enseñarte caminos distintos hasta los que ahora has recorrido. Pero, aunque tus pasos en la noche siguen resonando por las aceras en tu paseo imaginario, aun sigo sin conseguirte, sin verte a mi lado, Soledad. Me encantaría hacerte la primera, por encima de cualquier otra persona o cosa; transmitirte la alegría de una sonrisa con labios apasionados y enseñarte a ello; cogerte de la mano y mostrarte un mundo donde las rencillas y las envidias no existen, o que por lo menos no se escribirán en mis cuartillas. Me encantaría ponerte encima de las cosas y enseñarte su verdad, no la que te cuentan o la que tú, dirigida por tu soledad, imaginas. Me gustaria quitarte esa venda de los ojos y enseñarte mi verdad: yo también me escribo a mí mismo, como a ti Soledad.
Amiga, porque amiga eres aunque te anhele, aunque tú no lo sepas, el ser uno mismo, da igual rico que pobre, es fundamental para no quedarse aislado y perdido en estos mundos de Dios y del amor; quedarse escondida en un regazo que no te siente o que egoístamente te atenaza sin dejarte ser tu, sin que puedas romper las cadenas que te atan a tu pasado, es lo último que mis letras podían imaginar, pero que así han sido puestas sobre el papel. Mi Soledad, de carne y hueso, que me huye con excusas vanas inventadas en la imprenta de un mal editor y un mal novelista, con un protagonista que te retiene sin dejar que tu estrellato reluzca en las líneas del libro que poco a poco voy escribiendo en soledad, Soledad.
La vida Soledad es mucho más fácil que todo eso. La vida es quererse a sí mismo, ser uno mismo. Siendo uno mismo, sin dejarse manejar por los demás, ni siquiera por mis letras, por muy mucho que tú seas mi mayor invento, Soledad, comenzaras a desterrar la soledad.
Pasan los años, y por más que me esfuerzo con mis letras, tú sigues igual, imperturbable a mis palabras y sentimientos, Soledad. Quién sabe, si quizás el nuevo año que pronto empezará, querrás romper con tu aislamiento, con tu soledad y acercarte un poco más a mí, que sin proponérmelo te invente un día y sigo enamorado desde entonces. Un invento de carne y hueso que no hace caso del guión en su soledad, Soledad.
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