Cuando salgo al campo con mis maquinas voy generalmente con la idea preconcebida de fotografiar algo en concreto, como el que va a fotografiar una catedral. El problema se presenta cuando las puertas de la catedral llegas y están cerradas. En el campo pasa lo mismo y entonces tienes que mirar y fotografiar a otro sitio.
Y el campo, para nuestra suerte, está lleno de pequeños detalles, de formas y de colores que sin ser nada, lo son todo. Y a mí me gusta fotografiar esos espacios en que los tonos forman parte integrante del paisaje y de la foto.
Los sujetos no son esenciales, forman parte del todo, rellenan el encuadre y le dan vida. El resto lo hace la luz descompuesta en los siete colores básicos y sus combinaciones.
Os dejo sensaciones visuales de distintos momentos.
Espero no cansaros y distraeros un rato.
Antonio
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