Es curioso cuando en situaciones de stress se cierra la capacidad, más o menos normal, de poder trasmitir sentimientos y emociones a un papel.
Y es curioso que en los momentos difíciles desearías que una u otra persona apareciese a tu lado a reconfortarte o a animarte. Es en estos momentos cuando te das cuenta de las personas que están a tu lado, que te quieren y se interesan por tu estado anímico.
Descubres en los ratos silenciosos en los pasillos del hospital que, personas que creías apartadas, se ciñen a tus sentimientos y te ayudan a tirar hacia adelante. Otras, amigos de siempre, están ahí, minuto a minuto, día tras día, como si de ellos mismos se tratase.
Por el contrario, otros, gracias a Dios los menos, en los que muchas veces habías puesto el cariño y la amistad, te dejan de lado como si tu existencia solo valiese para ratos de ocio o diversión.
(Por supuesto me refiere al mundo real, no a los mundos de las redes sociales que han respondido de maravilla)
Desilusiones y alegrías se mezclan todas. Es como una batidora, pero el único problema es que en esta batidora no se combinan los buenos y los malos y queda como resultado final un sabor amargo, extraño.
Lo que sí es cierto es que cada vez que suena el teléfono y ves una cara amiga en él, unas pulsaciones de alegría y una sensación de cobijamiento suceden.
Mientras componía estas fotos de rosas para mostrároslas, pensaba en el texto, un texto cálido, romántico, emocional, pero la verdad es que de repente se me encendió la luz y me di cuenta que lo que lo que realmente quería decir era esto.
Gracia a todos y cada uno de los que de alguna forma me habéis ayudado y lo seguís haciendo con vuestras llamadas, correos, comentarios y ánimos. Eso es lo que quería escribir y a vosotros van dedicadas estas flores.
Antonio
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