viernes, 24 de junio de 2016

Buscando la luz: contrastes en el Real Jardín Botánico de Madrid

Amanece. Por los agujeritos entre las lamas de la persiana un rayo de luz, solo penetra hasta el fondo de la habitación y va corriendo rápidamente desde lo alto hacia abajo buscando las tablillas del parquet.




Me lo quedo mirando durante unos instantes y me doy cuenta que aquel haz brillante, donde infinitas moléculas de polvo se contornean es la luz, el contraste que voy buscando; es la claridad que ansío para mis ojos y para mi mente. Para mis ojos la he conseguido, o por lo menos me he acercado a ella. Para mi sentimientos es otra cosa completamente distinta, esta aun muy, muy, lejano.




Salgo de casa pensando en ello. Luces, que no colores; contrastes de sombres y zonas claras que en cada esquina se rompen en polígonos irregulares que reflejan sobre el asfalto el sol y los edificios. Demasiado esquemático, regular, para el corazón, demasiado rígido para la vista. Necesito algo mas, algo en lo que luz y oscuridad se den la mano, en un contraste que ilumine el ojo avizor y anime al alma a seguir viviendo; en esencia lo que busco es la belleza y la luz lo es.




La luz puede ser brillante, translucida, encendedor de todas las cosas o por el contrario representar las más increíble de las negruras. Pero busco una luz que me anime, que me acerque a la paz, a esa paz que todo mortal desea y que no se llama felicidad; es sencillamente paz.




Decidido, avanzo hacia el Real Jardín Botánico de Madrid, sabiendo que aunque fotografié alguna flor, voy buscando la luz de los contrastes que en esta tarde y en este maravilloso jardín puedo encontrar.




La luz en las sombras es como la propia vida. Unas veces la felicidad y la angustia conviven juntas como la luz y la oscuridad. La oscuridad de los momentos malos, de los reveses que vienen de aquellos sitios o personas que menos te esperas y la luz de la amistad, del amor, que surge a la vez espontáneamente o por contagio de relaciones continuadas.




Pero si una cosa tengo clara es que, a lo largo de la vida, ambos momentos se superponen y con el tiempo alegría y pena forman un conjunto maravilloso que no son otra cosa que los recuerdos.




Luz que traspasa la espesura de las ramas del árbol para calladamente, silenciosa, iluminar un rincón distinto del parque, como aquel rayo de luz que ilumina un recuerdo maravilloso en el corazón de cada uno.




¿Por qué hacemos los hombres tan complicada la vida? Hemos destruido un fin, el cual debía ser sagrado, y que no es otro qué el estimulo a la belleza, la comprensión del mundo que nos rodea, el conocimiento de nuestro interior sabiendo que el paso por aquí es muy, pero que muy corto. Hemos dejado la luz de lado, para sumergirnos en un mundo de sombras y de tinieblas en el que el hombre cada vez vale menos.




Luz, solo pido luz, como la que ven mis ojos en cada rincón del Botánico madrileño.




Luz , solo luz, que ilumine el corazón y lo llene de felicidad, borrando los oscuros y tenebrosos recuerdos de la noche, como esa luz que saliendo del sol es capaz de alegrar mi vista.




Nada mas por hoy, solo desearos toda la luz del mundo.

Antonio 

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