El cielo, el agua y las montañas azules en una tarde maravillosa de sábado; la luz aun alta empieza a caer,y el fresco que comienza a sentirse, hacen de este entorno un lugar delicioso.
Rodeada de montañas del sistema Central, en plena sierra del Guadarrama, muy cerca del pueblo del mismo nombre, esta la presa de La Jarosa.
No muy grande, pequeña comparada con los grandes pntanos de los rios caudalosos y largos de España, este año la meteorología ha permitido que las aguas hayan alcanzado niveles que hacía tiempo no se veían en estas fechas. Las orillas se han sumergido en el agua, para refrescar sus tierras y sus arbustos, donde los pescadores intentan desesperadamente sacar una trucha o un gran lucio.
Los pinares se acercan hasta el mismo borde del agua. En algunos sitios el bosque de pinos deja pasar audazmente entre ellos uno de los tres arroyos que le dan agua al pantano.
Hoy las aguas corren limpias y majestuosas; parece que el arroyo quiere profundizar su cauce, pero dentro de unos días, cuando el anticiclón se instale definitivamente sobre las Azores, comenzara a menguar en sus esfuerzos y lentamente comenzara a desaparecer hasta convertirse en un hilillo fino, que se va perdiendo poco a poco entre las rocas; y con él la presa comenzara a achicarse.
Hay rincones maravillosos que recuerdan lugares geniales de nuestras costas marítimas y en sus aguas los reflejos los días sin viento forman verdaderas simetrías que, si no fuera porque los pies están tocando el suelo, confundirías el cielo de arriba y el de abajo.
Y en las zonas más umbrías de la costa, creando su propio entorno un grupo de endrinos silvestres forman un mundo de color blanco que contrasta con el seco verde del pino y los azules de las montañas que nos rodean. Y entre ellos, como deseando ser igual, envidiosos, los líquenes se aprestan en las ramas de los arboles a pasar su calvario en el verano tórrido que se avecina.
Quizás la umbría de algunas zonas los proteja, pero hasta que no lleguen de nuevo los fríos y las lluvias quedaran tranquilamente ahí, durmiendo el letargo estival.
Ya es hora de retornar. La luz indica la llegada de la luna brillante de abril y una ligera brisa, que hace que las aguas tintineen un poco, trae más frescor de las alturas.
Sierra del Guadarrama, llena de contrastes que puede pasar de las grandes nevadas a los calores más extremos en pocas horas.
De un día para otro el paisaje cambia, ayer nevado, hoy raso y seco, pero eso si siempre, siempre bello.
Nada más. Sed felices.
Antonio
No hay comentarios:
Publicar un comentario