Nuestro poeta de hoy, nació en el sur de España, en un lugar muy relacionado con América en mil ochocientos ochenta y uno.
Estudio en su pueblo natal y el Bachillerato lo realizó en el Puerto de Santa María.
Fue a Sevilla a estudiar Derecho y Bellas Artes, pero abandono ambas carreras y se dedico a la literatura empezando a escribir y colaborar con revistas y periódicos.
Se traslada a Madrid en mil novecientos y publica su primer libro titulado Almas de violeta.
A partir de este momento y tras superar una depresión causada a raíz de la muerte de su padre, enfermedad que arrastrara a lo largo de toda su vida, comienza su expansión literaria.
Eso sí, Juan Ramón Jiménez jamás olvidara su Moguer natal y lo llevara siempre en su corazón.
Puede decirse que este poeta influencio de manera decisiva a la generación del veintisiete y a todos los poetas modernistas y postmodernistas que vinieron detrás de él.
En Juan Ramón Jiménez se detectan perfectamente las variaciones de su poesía a lo largo del tiempo, pudiendo encontrar a un poeta que va desde lo sensitivo a lo verdadero intercalando una etapa intelectual.
Su obra inmensa. Su poesía genial y también su prosa.
Dos años antes de su muerte, acaecida en Puerto Rico, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, que no fue a recoger ya que estaba enfermo.
Realizar una lista de sus obras y elegir entre ellas es harto difícil. Podría comenzar a escribiros una lista enorme no es el motivo de esta página. En la Red podéis encontrar infinidad de páginas sobre él.
He elegido unas elegías para colocaros hoy titulada Oro y Rosa de su primer libro de elegías titulado Elegías Puras. Espero que os guste. Ya me diréis.
ELEGIAS PURAS
Oro y rosa
I
El sol entra en mi vida por la ventana abierta,
de modo que el rosal se ilumina de flores;
y las rosas de oro, en la casa desierta,
cantan no sé qué angélicas sonatillas de amores,
La armonía romántica del poniente de oro
va resbalando sobre el rio vespertino…
Yo al acordarme de ella, me desespero y lloro
una rosa y un oro, ¡lo alegre y lo divino!
II
¡Oh plenitud de oro! ¡Encanto verde y lleno
de pájaros! ¡Arroyo de azul, cristal y risa!
¡Oh soledad sonora! Mi corazón sereno
se abre como un tesoro, al soplo de tu brisa.
Y esa ventura eterna de un amor sin amores,
este desdén de todo, de la dicha y del duelo,
y la realeza clara de este orgullo entre flores,
en ti, ¡campo!, se hacen tan grandes como el cielo.
III
Amo el paisaje verde, por el lado del rio.
El sol, entre la fronda, ilusiona el poniente;
y sobre flores de oro, el pensamiento mío,
crepúsculo del alma, se va con la corriente.
¿Al mar? ¿Al cielo? ¿Al mundo? Qué se yo…Las estrellas
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