18 abril de 2013
MEMORIAS DE UN FILOSOFO ALBAÑIL.-
Un instante para un pensamiento.-
En los recuerdos, se va guardando el tiempo que ya no existe. Ese tiempo al que no se puede recurrir y que en cambio está lleno normalmente de los hechos más felices de la vida de uno. El tiempo pasado es como un rosal que te endulza con el perfume y la belleza de sus flores y te pincha con la espina mas afilada de su tronco.
Cuando Dios hizo al hombre se le olvido colocarle una simple manivela con la que controlar el tiempo: ahora para adelante y ahora para atrás, por lo menos una vez en la vida, para que se pudiese corregir y revivir muchos momentos.
El tiempo es cambiante según el momento. Al principio parece que pasa lento y según los años van corriendo las horas van dejando paso a instantes raudos que pasan a velocidades insospechadas.
La piel se nos va cuarteando y los pelos cada vez son más blancos y sabes que esos instantes de vida que tan rápidos corren son la señal inequívoca de que un día, tarde o temprano, habrá que pasar la frontera y entonces…
¿Y entonces qué? Como será el último instante? ¿En quién pensare? ¿Qué veré?
Esas son las grandes incógnitas del ser humano que hay que medir y templar.
Los tiempos del antes y del después.
De momento pongamos los pies en el suelo. Querer saber lo que no sabemos quizás nos lleve a un interrogante que no es deseable. Es preferible que en el tiempo maravilloso que tengamos por delante sigamos siendo capaces de hacer que un niño sonría y que el corazón de una persona a la que quieres, o que te quiere. cuando la encuentras lata con un poco mas de fuerza.
¡Tiempo!, seguro que Dios cuando decidió crear al hombre ya había creado antes a un relojero suizo con un montón de relojes distintos. ¿Distintos? Por desgracia las cuerdas de los relojes de cada uno marcan las horas a ritmos distintos y lo malo, lo peor de todo, es que cada reloj tiene una cuerda determinada que no se puede volver a dar.
Os preguntaréis ¿Por qué Antonio nos larga esta filosofada de albañil ahora? Pues si queréis que os diga la verdad no lo sé.
Quizás porque hace dos años un hermano muy joven termino su cuerda. Quizás porque la fiebre de un trancazo, de este verano que ha llegado de repente, me esta haciendo delirar un poco en mi tiempo. Que se yo. Pero ¿Debía callarlo?
Hay cosas que si hay que callar. Sentimientos que sabes que han brotado de repente, que no sabes la razón, ni siquiera los has buscado y ahí están, y que pueden hacer más daño que bien… Pero estos pensamientos ¿Se pueden compartir?
He estado silencioso muchas etapas de mi vida. Se acomodarme al silencio, pero de vez en cuando, cuando mí tiempo interno me dice: ¡Habla! ¡Expresa! No me queda más remedio que comentar, dialogar; tengo que dejarlo en algún lado, que se escuche por alguna mente que en unos de esos instantes que pasan fugaces decida confabularse conmigo en el tiempo, en el instante de la vida y escucharme.
Este ha sido un instante más. Comunicación y expresión del tiempo y del instante desde aquí, quizás muy distinto al que tu, que estas ahora mismo aquí también leyéndome y escuchándome, hayas vivido hace otro instante.
Instante por instante muchas gracias por haberme hecho un poco de compañía en este momento. Me encantaría saber que también yo con mi tiempo te la he hecho a ti durante un instante.
Si quieres otro instante dímelo y trataremos de otro tiempo y otra materia.
Sed felices instante a instante, y no renuncies nunca a ello, aunque creáis que es un imposible. Recordad: instante a instante.
Buen día, buen instante.
Antonio
P.D. Como veréis ni en estos instantes me puedo olvidar de mis fotos
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