De familia adinerada, nuestro poeta de hoy nace en la provincia de Zamora, concretamente en Tábara en el año de mil ochocientos ochenta y cuatro.
Estudio farmacia y regento una botica, pero su voluntad era vivir libre y en libertad.
Se unió a un grupo de teatro con el que recorrió España, afincándose definitivamente en Madrid donde tuvo inicialmente una vida dura y difícil.
León Felipe, cuyo verdadero nombre era Felipe Camino Galicia de la Rosa, marcho a América, concretamente a México en mil novecientos veintidós, dando clases de gramática y llegando a ser bibliotecario en Veracruz.
León Felipe, cuyo verdadero nombre era Felipe Camino Galicia de la Rosa, marcho a América, concretamente a México en mil novecientos veintidós, dando clases de gramática y llegando a ser bibliotecario en Veracruz.
Al estallar la Guerra Civil española regresa a la patria y vuelve a partir hacia América para recorrerla explicando el comportamiento glorioso de los republicanos madrileños. Esto le valdría por parte del régimen de Franco que se le tuviera en el más absoluto de los olvidos.
Exiliado en México después de la guerra murió allí en mil novecientos sesenta y ocho.
León Felipe es un poeta que está intercalado entre dos maravillosas generaciones de poetas españoles: la del 98 y la del 27.
Poeta de una exquisitez fantástica, duro con las injusticias sociales, trasmite con su poesía un interés maravilloso por lo humano. Puede considerarse su poesía como un tremendo grito desafiante ante la injusticia.
Poeta de una exquisitez fantástica, duro con las injusticias sociales, trasmite con su poesía un interés maravilloso por lo humano. Puede considerarse su poesía como un tremendo grito desafiante ante la injusticia.
Su primer libro de poemas fue Versos y oraciones del caminante. A este le siguieron Drop Star (escrito en Norteamérica), La insignia, El payaso de las bofetadas, El hacha, Español del éxodo y el llanto, etc. etc.
Mantuvo una guerra abierta con la generación del 98 como se observa en las siguientes líneas: “Miradla. Los mastines del 98, que cuando ganasteis la antesala, dejasteis de ladrar, pactasteis con el mayordomo, y ahora en el destierro no podéis vivir sin el collar pulido de las academias…”
Os dejo con un poema que D. Santiago Amón, al que tuve la suerte de conocer y dialogar muchos días con el tanto en clase como en el autobús del colegio, le encantaba recitar y ponía como ejemplo: El niño de Vallecas, referido a un cuadro de Velázquez, a un bufón de la Corte. Os dejo con él.
EL NIÑO DE VALLECAS
De aquí no se va nadie.
Mientras esta cabeza rota
del Niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Bacía, Yelmo, Halo.
Este es el orden, Sancho.
Este es el orden, Sancho.
De aquí no se va nadie.
Mientras esta cabeza rota
del Niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de Mambrino
—halo ya, no yelmo ni bacía—
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos todos
por las bambalinas.
Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,
y el místico, y el suicida.
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de Mambrino
—halo ya, no yelmo ni bacía—
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos todos
por las bambalinas.
Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,
y el místico, y el suicida.
--o0o--
De aquí no se va nadie... Luego nos iremos todos por las bambalinas.
Velázquez, el Quijote de Cervantes, el suicida, un bufón deforme de la corte... ¿Se puede pedir mas en tan pocos versos?
Sed felices.
Antonio
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